Pepe y Ángeles llegaron al final de sus vidas juntos, como siempre habían vivido. Los vecinos de Albalat no se explicaban ayer lo sucedido con este matrimonio de octogenarios, conocidos en el pueblo y apreciados por sus vecinos. Ya jubilados, él había trabajado en la construcción y también en una fábrica de muebles metálicos y de juguetes para niños. Ella, ejercía como ama de casa. No tenían hijos, pero sí sobrinos y familiares cercanos, que acudieron enseguida a la vivienda. s.v. albalat de la ribera