­Parece increíble que, en una época en la que las tecnologías permiten agilizar cualquier gestión, una persona tenga que estar en prisión sin haber cometido delito alguno a causa de una confusión de identidad, pero así ha ocurrido con Denisse Minaya, de 39 años y vecina de Benidorm. Ha estado encarcelada diez días en la prisión de Fontcalent como si fuera Diana Orizondo, una condenada que, según los Mossos d´Esquadra, en alguna ocasión usó la identidad de la vecina de Benidorm y estaba reclamada por dos juzgados de Barcelona para cumplir una pena de 21 meses por maltrato. Nadie asume por ahora el error -ni la Policía, ni los Mossos, ni los juzgados-, pero la víctima de esta confusión advierte de que no se quedará de brazos cruzados.

«He pasado un infierno y ahora tengo miedo de salir a la calle». Denisse Minaya, de origen dominicano pero con nacionalidad española y afincada en Benidorm desde hace 18 años, no sale aún de su asombro por lo que le sucedió el pasado 9 de febrero. Estaba de madrugada en una calle de Benidorm cuando le paró la Policía y le pidió la documentación. Tras comprobar su identidad «me detuvieron, pero no me dijeron el motivo, sólo que había una orden de captura».

Sin llamadas

Denisse fue trasladada a la comisaría de Benidorm y le tomaron sus huellas dactilares poco antes de llevarla al juzgado de guardia. «Antes de irme al juzgado -relata Denisse- me tomaron las huellas de toda la mano y no me dejaron hacer una llamada en comisaría ni en el juzgado para intentar solucionar el problema».

Llegó al juzgado de guardia de Benidorm y de poco le sirvió que dijera que ella no era Diana Orizondo. Señala que tanto la fiscal como la juez le dijeron que «no me hiciera la tonta porque me estaba haciendo pasar por Denisse y que era Diana». Tenía su documento nacional de identidad en el bolso, pero «no me dejaron ni sacarlo para demostrar que en realidad era Denisse». El inicio del breve pero intenso calvario sufrido por esta mujer continuó y el juzgado de Benidorm la envió a la prisión de Fontcalent para cumplir una pena impuesta a otra mujer que asegura no conocer.

«Solo se parece a mi en que las dos somos negritas, según parece». «Ingresé con dos nombres en la cárcel y tuve que decirle a mi pareja que cuando me llamara preguntara por el nombre de Diana, que era con el que me registraron en un principio». Denisse siguió luchando por demostrar la confusión pero la agonía se prolongó durante diez días, en los que otro juzgado de Alicante también denegó el «habeas corpus» solicitado por la mujer al considerarse víctima de una detención ilegal.

El 18 de febrero, el juzgado de lo Penal número 21 de Barcelona expidió un auto acordando la «inmediata puesta en libertad» de Denisse Minaya tras haberse comprobado mediante un cotejo de huellas dactilares que no era la misma persona que la condenada.