El presunto asesino de Marta Calvo, en prisión desde el pasado viernes, permaneció escondido en casas de campo abandonadas de Carcaixent, según ha asegurado el acusado, Jorge Ignacio P. J., de 37 años, a los investigadores de Homicidios de la Guardia Civil de València y de la UCO durante las más de cinco horas de declaración ante los agentes. Así lo ha afirmado, pero ahora los investigadores necesitan corroborar si eso es verdad, para lo cual debe indicar con precisión cuáles son esas supuestas casas abandonadas en las que ha permanecido oculto mientras prácticamente toda la Guardia Civil de la provincia y de otras se volcaba en dar con su paradero.

Dado que los agentes desconfían de lo que ha declarado hasta ahora, ya que no creen que Marta muriese de manera accidental, como afirma Jorge P. J., y ponen en cuarentena, de momento, que la descuartizara y arrojara los restos a contenedores, tampoco tienen la certeza de que esté diciendo la verdad en cuanto a su escondrijo.

De hecho, los agentes creen que ha recibido ayuda de compatriotas suyos relacionados con el tráfico de cocaína a media escala y no descartan que Jorge haya estado escondido en Carcaixent, o en sus alrededores, pero en casa de alguno de esos conocidos, y que ahora trate de protegerlos para que no los detengan y les imputen un delito de encubrimiento. El hecho de que se mantenga firme en su versión de que se escondió en esas casas abandonadas de Carcaixent añade interrogantes a su posible relación con otra desaparición aún no resuelta, la de la joven de 19 años Wafa Sabbah, de origen saharaui, de la que no se tienen noticias desde el pasado 17 de noviembre, cinco después de que Jorge desapareciera de los rastreos telefónicos de Jorge P. J., una vez que se deshizo de su teléfono móvil. Los posicionamientos indicaban la ruta seguida por Jorge en esos días, entre el 7 y el 12 de noviembre, después de la muerte de Marta en su casa de la calle Sant Joan Bautista de Manuel.

El descuartizador confeso de Marta Calvo pasa a disposición judicial en Alzira

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Tal como informó en exclusiva Levante-EMV el pasado 24 de noviembre, Marta desapareció el día 7 en Manuel, tras quedar con Jorge P. J., con quien contactó a través de una página web, y la última constancia de sus pasos fue el wasap que le envió a su madre con su ubicación, tal como hacía cada vez que quedaba con un hombre, como medida de seguridad. Sólo 10 después, se produjo la desaparición de Wafa, adelantada también en exclusiva por este diario. A la joven saharaui se le perdió la pista el 17 de noviembre en Carcaixent, precisamente el municipio donde dice ahora Jorge que estuvo escondido entre el 12 de noviembre y el 4 de diciembre, cuando se entregó.

Las dos mujeres frecuentaban ambientes similares, aunque la Guardia Civil aún no le ha preguntado a Jorge P. J. por Wafa, entre otras cosas porque la investigación sobre su desaparición se encuentra en una fase inicial y a expensas del análisis de los datos obtenidos de la actividad de su número de teléfono móvil, gestión concedida por el juez esta misma semana.

A medida que pasan las horas, la ausencia de Wafa adquiere cada vez tintes más preocupantes, ya que su teléfono carece de actividad desde las ocho de la tarde del 17 de noviembre y no hay ningún rastro de ella desde entonces.

La incógnita del cuerpo

Por otro lado, la investigación sobre el homicidio de Marta Calvo no está cerrada, ni mucho menos, ya que aún no se ha alcanzado la máxima prioridad, que no es otra que localizar su cadáver. De momento, la previsión es que mañana, lunes, la Guardia Civil inicie los rastreos en el vertedero de Dos Aguas, adonde llegan los desechos que ya no pueden ser reciclados en las plantas de tratamiento de Quart de Poblet y de Manises. Si Jorge ha dicho la verdad y realmente descuartizó a la joven de Estivella y arrojó los fragmentos en bolsas de plástico en contenedores de Silla, sería ese el vertedero en el que buscar.

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Estivella trata de sobreponerse a la desaparición de Marta Calvo

Sin embargo, también aseguró que tiró parte de las bolsas en Carcaixent, algo que los investigadores ponen en cuarentena, ya que las basuras de este municipio son tratadas en la planta de Guadassuar, una de las más modernas de Europa en la que, según afirman sus responsables, es materialmente imposible que no hubiesen sido detectados los restos humanos de no ser de un tamaño inferior a los 10 centímetros. También se baraja la posibilidad de una reconstrucción de los hechos en el domicilio de Manuel.