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24 años del 'Proof Spirit', la mayor tragedia del puerto de València

El incendio en un buque en construcción provocó 18 muertes entre trabajadores al alcanzarse temperaturas de mil grados

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Accidente 'Proof Spirit': 24 años de la gran tragedia del puerto de València

Una deflagración en la sala de máquinas de un buque en construcción en los astilleros del Puerto de València provocó una terrible onda expansiva de dolor en el distrito marítimo de la ciudad hace 24 años. Entonces, aquel fatídico 3 de julio de 1997, dieciocho trabajadores de los astilleros murieron y diez resultaron heridos. Encerrados sin escape en un barco cuyos pasillos y bodegas se convirtieron en una auténtica ratonera, los trabajadores fueron incapaces de escapar del fuego. Los servicios de emergencia tampoco lograron rescatarles con vida: la oscuridad, la inmensa humareda y el calor insufrible complicaron las labores de rescate. Nunca antes se había producido una tragedia de semejante calibre en los astilleros españoles.

Se cargó combustible mientras se realizaban soldaduras

En el momento de la deflagración, el buque cargaba combustible mientras algunos trabajadores estaban soldando. Desde un primer momento, los investigadores sospecharon que una fuga de gasóleo fue la causa del siniestro. La acumulación de gases, en contacto con una chispa, provocó el estallido mortal. Los dieciocho fallecidos eran parte de los 200 trabajadores que realizaban los últimos trabajos de puesta a punto del barco 'Proof Spirit', de 110 metros de eslora, construido en el astillero de Unían Naval de Levante (UNL).

La embarcación fue encargada por una empresa noruega, a la que le iba a ser entregado en un plazo de dos meses, y que lo iba a destinar para el transporte de bebidas. Todas las víctimas mortales estaban en el nivel Inferior de la sala de máquinas, en la que en en el momento del accidente, hacia las 12.00 horas, se encontraban unas 50 personas. El resto de operarios estaba en cubierta y en otros puntos de la embarcación y casi todos pudieron abandonar el buque por su propio pie.

Por aquel entonces, la precariedad "era algo habitual en una empresa que arrastraba graves problemas económicos y donde las medidas de seguridad solían ser escasas", admitía a este diario en 2017 el secretario de Industria de CCOOPV, Javier Galarza. Tras ello, la empresa siguió incluso con peores condiciones, hasta su cierre en 2012.

Como declaró la sentencia que condenaba al astillero Unión Naval de Levante (UNL), lo más grave fue incumplir la legislación que indica que no se puede repostar el barco mientras se realizan tareas en el mismo. Esto, al parecer, y unido a una chispa y a una fuga en una de las tuberías, pudo ser la causa de la tremenda deflagración que provocó "aire a mil grados que les abrasó por dentro y les produjo la muerte instantánea", según relataba entonces el suboficial del cuerpo de bomberos, Julián Rodríguez. Los más cercanos al centro de la explosión se quedaron inmóviles en la postura en que se encontraban sin poder ni siquiera reaccionar.

Sentencias condenatorias

Esta tragedia trajo consigo un largo proceso de investigaciones, juicios y, por tanto, de sufrimiento para los familiares de las víctimas y para los supervivientes. Así, la primera sentencia condenatoria se produjo en abril del año 2000 cuando la titular del juzgado de los Social número 3 de Bilbao condenaba a UNL a indemnizar a la familia de una de las víctimas, pues le atribuía un nexo "causal" al infringir "la normativa de prevención de riesgos laborales". Esta les acusaba de no confeccionar un plan de seguridad y contra incendios específico para este buque. Y añadía que se permitió la carga de combustible "sin comprobar la estanqueidad del circuito".

Luego, en 2005, el encargado de sala de máquinas, José María Ortuoste, aceptaba una sentencia de dos años de prisión. Mientras que su ayudante, José Molla, y el jefe de seguridad, Ramón Garzó, acataron una de un año y medio, en una vista que tuvo lugar en el Juzgado de lo Penal número 2 de València.

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