Caso Asunta

La Guardia Civil quiso investigar la muerte de los padres de Charo Porto pero la cremación lo impidió

Aunque tenían buena salud, fallecieron por supuestas causas naturales con apenas siete meses de diferencia un año antes del asesinato de Asunta

Su única hija heredó inmediatamente el importante patrimonio de la pareja

Una persona depositando una flor este lunes en el lugar de la pista forestal de Teo donde fue hallado el cuerpo de Asunta.

Una persona depositando una flor este lunes en el lugar de la pista forestal de Teo donde fue hallado el cuerpo de Asunta. / ANTONIO HERNÁNDEZ

Arturo Reboyras

Las sospechas que tanto se comentaron en Santiago de Compostela sobre la muerte repentina de Francisco Porto y Rosario Ortega, tras conocerse el asesinato de su nieta Asunta, no se limitaron a simples habladurías o especulaciones en medio de uno de los casos criminales más mediáticos de los últimos tiempos en España.

Aunque el juez José Antonio Vázquez Taín negó en alguna ocasión que se pretendiesen llevar a cabo pesquisas sobre el fallecimiento de los padres de Rosario Porto, lo cierto es que la Policía Judicial de la Guardia Civil se planteó seriamente cuando se produjo el crimen de la niña de doce años una investigación paralela para tratar de esclarecer las causas de la muerte del matrimonio compostelano.

Así lo confirman ahora a este medio fuentes policiales que participaron en el caso hace diez años, cuando el cuerpo de Asunta fue hallado sin vida en una pista forestal en Cacheiras, en el municipio vecino de Teo.

Francisco Porto y Socorro Ortega, abuelos de Asunta.

Francisco Porto y Socorro Ortega, abuelos de Asunta. / ARCHIVO

El reconocido abogado Francisco Porto y su mujer, Socorro Ortega, profesora de Historia de la Universidad de Santiago, habían fallecido con apenas siete meses de diferencia, entre diciembre de 2011 y julio de 2012. Murieron de forma repentina: primero ella, y luego, él. Eran personas muy conocidas y queridas en Santiago, puesto que participaban muy activamente en la vida social, y su muerte generó cierta sorpresa en su entorno, puesto que no se les conocían enfermedades graves, más allá de los achaques propios de la edad.

Pero en aquel momento nadie llegó a sospechar en Santiago y mucho menos a pensar que su queridísima y respetada hija Charín, que se apresuró a incinerar los cuerpos inmediatamente después de los decesos de ambos, pudiese estar detrás de estos trágicos acontecimientos. Tanto Socorro como Francisco murieron en la cama mientras dormían, en su domicilio de la calle Xeneral Pardiñas y por supuestas causas naturales. Así es la vida, se decía.

Pero la cosa cambió cuando Rosario Porto y su exmarido, Alfonso Basterra, fueron acusados del asesinato de su hija Asunta tras su muerte el 21 de septiembre de 2013, hace justo una década. En aquel momento surgió incluso en el círculo más cercano de la familia una desconfianza acerca de la muerte de los abuelos. Además, las sospechas de las que se hacían eco los medios de comunicación no se limitaban a simples especulaciones, sino que también aparecieron en el seno de la Policía Judicial de la Guardia Civil, según ha podido saber ahora este periódico.

No obstante, todas las esperanzas se desvanecieron en muy poco tiempo, cuando los investigadores comprobaron que los cuerpos de Francisco Porto (88 años) y Socorro Ortega (78 años) habían sido incinerados sin practicárseles previamente la autopsia. Sin cuerpo no hay delito. Pero, ¿quién iba a pensar en aquel momento que detrás de las muertes del matrimonio podía existir algún tipo de mano negra malintencionada?

Lo cierto es que con su óbito, Rosario Porto, sobre la que siempre se dijo que en el momento del asesinato de Asunta estaba intentando comenzar una nueva vida tras su separación de Alfonso Basterra, heredó el importantísimo patrimonio familiar, que solo en bienes inmuebles se valoró (en el momento del suicidio de Rosario en la cárcel de Brieva-Ávila en 2020) en torno a 1,2 millones de euros.

La vivienda de sus padres, en el número 7 de la rúa Xeneral Pardiñas, se llegó a tasar en medio millón de euros, teniendo en cuenta su situación privilegiada, la categoría del propio edificio y que estaba siendo reformado cuando en septiembre de 2013 se cometió el crimen de la pequeña Asunta Basterra. La heredera de Charo, María Teresa Sampedro, conocida en el entorno familiar como La Nena, consiguió vender esta propiedad después de recibirla.

En algo menos se valoraría el piso del número 31 de la rúa Doutor Teixeiro, donde vivía la propia Charo Porto con su hija Asunta. Esta propiedad, en la tercera planta de un edificio con ascensor en el Ensanche, podría tener un precio de 330.000 euros, aunque todo depende de su estado interior. Según ha podido saber este periódico, Sampedro ha decidido quedarse con este piso y en estos momentos estaría haciendo algunas reformas en su interior.

También se ha quedado, tras recibirlo como herencia de Rosario, con el apartamento de verano de 66 metros que el matrimonio Porto Ortega adquirió en el lugar de Cardiñosa, en el municipio de Vilanova de Arousa, cerca de la playa, y que podría estar valorado en unos 200.000 euros. El hijo de La Nena disfrutó de esta propiedad durante el verano de 2022, sin embargo esta temporada estival ha decidido ponerlo en alquiler en la plataforma online de viviendas vacacionales Airbnb.

Por otro lado, estaría el chalé de Teo donde, según la sentencia, Charo Porto y Alfonso Basterra quitaron la vida a su hija después de haberla sedado con lorazepam. Tasar esta mansión cercana a Montouto en este momento después de lo que ocurrió en su interior es muy complicado. La casona lleva años a la venta, ya desde antes del asesinato, y el casi millón de euros que Rosario Porto pedía al principio tuvo que ser rebajado en varias ocasiones hasta la mitad. Completamente abandonada y frecuentada por okupas, en octubre de 2020 sufrió un devastador incendio. Ahora, también es de Sampedro. Tras su entrada en prisión, Rosario Porto puso todo su patrimonio a la venta, pero no consiguió vender ninguna de sus propiedades. Antes había vendido un piso en la rúa de Montero Ríos de 95 metros cuadrados donde su padre había tenido antiguamente su despacho de abogados y la sede del Consulado Honorario de Francia en Santiago.

A mayores de estos bienes inmuebles, Porto también recibió una importante cantidad de dinero en metálico, una colección de obras de arte compuesta por cuadros y esculturas y el valioso joyero de su madre.