Piden 30 años de cárcel para la joven que degolló a su madre en l'Alcúdia de Crespins y convivió cuatro meses con el cadáver

La jueza de Xàtiva abre juicio oral contra Marya Tereza H. A., acusada de asesinato y robo con violencia

La procesada cometió el crimen con su entonces novio, un menor ya condenado, para robarle las tarjetas a la víctima porque el chico debía 20 euros de marihuana a su camello

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

Una condena de 30 años de cárcel y una indemnización de 80.000 euros. Es lo que le espera a Marya Tereza H. A., hoy de 22 años, pero que tenía 18 cuando, en unión de su novio, de 17 en ese momento, cometieron presuntamente el asesinato de la madre de ella, Anna Todorova Andonova, en su piso de l'Alcúdia de Crespins para robarle y pagar una deuda de 20 euros que el joven tenía con su camello por un puñado de marihuana que no le había pagado a tiempo. O esa fue, al menos, la excusa. Por ello, será juzgada por un jurado popular por un delito de asesinato y otro de robo con violencia en casa habitada.

El exnovio continúa cumpliendo la pena de siete años de internamiento que le impuso en marzo de 2023 un juez de Menores porque, cuando cometió el crimen, aún tenía 17 años. Es más, alcanzó la mayoría de edad con la que hoy se enfrentaría a una pena similar a la de Marya Tereza a mediados de mayo, apenas un mes y medio después de los hechos. De hecho, cuando fue detenido ya tenía los 18 años de edad e incluso pasó unos meses en la cárcel de adultos, en Picassent.

En pleno uso de sus facultades mentales

En el caso de Marya Tereza, a quien todos conocen como Theri, tanto la fiscal como el letrado que ejerce la acusación particular en nombre del hijo de la víctima y hermano mayor de la acusada piden la máxima pena por asesinato: 25 años. La razón es que hay una agravante, la de parentesco, y no existe ninguna circunstancia atenuante, dado que cuando ambos actuaron lo hicieron en pleno uso de sus facultades mentales.

De hecho, el informe psiquiátrico de imputabilidad realizado por dos forenses del departamento de Psiquiatría del Instituto de Medicina Legal (IML) de València dejaron claro que Marya Tereza conserva intactas todas sus capacidades mentales, tanto de conocimiento como de voluntad.

Todo listo para el juicio con jurado

La defensa, ejercida por las penalistas valencianas Isabel Carricondo y Laura Muñoz, no reconoce los hechos tal como los describe la Fiscalía, por lo que solicita la libre absolución para la acusada, al entender que todos los actos criminales los llevó a cabo el entonces novio de Marya Tereza.

De momento, será un tribunal de jurado quien dirima la culpabilidad de la joven, después de que el Juzgado de Instrucción número 3 de Xàtiva, que ha dirigido la investigación desde el inicio, haya dictado auto de apertura de juicio oral, una vez celebrado el último acto de la instrucción: la audiencia preliminar en la que se han delimitado los cargos contra Marya Tereza tras recoger los escritos de acusación y defensa.

Extrema crueldad

El asesinato, del que Levante-EMV informó en exclusiva en agosto de 2020, cuando se produjeron las detenciones, se había producido mucho antes, más de cuatro meses antes, para ser exactos. Marya Tereza y su novio K. T. S.: habían acordado previamente, a finales de marzo, según recoge la sentencia de la jurisdicción de Menores y los escritos de acusación contra Theri, acabar con la vida de Anna.

Los motivos eran una mezcla que ni ellos supieron diseccionar cuando los detuvo la Guardia Civil y tampoco más tarde, en los respectivos juzgados. Aun así, no hubo un motivo único, sino un cóctel de razones en las que se refugiaron en sus declaraciones, que van desde las riñas cada vez más frecuentes entre madre e hija, porque la segunda no veía con buenos ojos al novio de Tereza, a la negativa de la víctima a seguir dándole dinero a su hija que no trabajaba y se gastaba lo que le daba en comprar y fumar marihuana con K. T. S.

De hecho, han argumentado durante todo el procedimiento que el principal motivo era obtener dinero para pagar una deuda con el camello de K. T. S., una cantidad que han ido variando en sus declaraciones entre 110 euros (al principio) y 20 euros en las últimas comparecencias.

Un crimen en dos tiempos

Así las cosas, el 1 de abril, cuando España entera llevaba dos semanas confinada por un virus al que entonces nadie conocía, K. T. S., tras varias conversaciones por Whatsapp e Instagram acordando el asesinato de Anna, se presentó en casa de su novia entre las 13.00 y las 15.00 horas, con un cuchillo de cocina cogido de su domicilio (vivía con sus padres) y una barra de pan para justificar su presencia en la calle si le paraba la Policía (comprar pan era una de las pocas excepciones a las restricciones de la movilidad impuestas para frenar la covid-19).

Siguiendo el relato de la Fiscalía y de la acusación particular, Marya Tereza le abrió la puerta y él se fue a la cocina, cogió una botella de amoniaco y se dirigió al salón de la casa, donde Anna dormía en el sofá. Primero le arrojó el líquido corrosivo a la cara y, cuando la mujer se despertó aturdida, la golpeó en la cabeza con unas mancuernas de su novia y después le clavó dos veces el cuchillo en el pecho.

Momento en el que los funerarios trasladan el cadáver de Anna, en agosto de 2020.

Momento en el que los funerarios trasladan el cadáver de Anna, en agosto de 2020. / Levante-EMV

La víctima se levantó tambaleándose y cayó malherida en el pasillo. Según las acusaciones, K. T. S. la siguió hasta ese lugar y la golpeó de nuevo en la cabeza con la parte roma de un cuchillo jamonero. Estando en esa situación, recogen las acusaciones que fue su hija quien se colocó junto a la mujer, aún agonizante y consciente, y, tras bajarle el cuello del jersey, le realizó un primer corte con uno de los cuchillos. "Tras lo cual se detuvo a fumarse un cigarro para, posteriormente" consumar el asesinato degollándola de dos tajos en la parte laterocervical del cuello.

Conviviendo con el cadáver

Y ahí, tirada en el pasillo, la dejaron durante casi cuatro meses, desde el 1 de abril hasta la madrugada del 20 de agosto de 2020, cuando la Guardia Civil perturbó su sueño llamando al timbre de madrugada. Unas horas antes, el novio de una amiga de K. T. S., condenada en el proceso de Menores por encubrimiento porque les ayudó a limpiar la casa y a deshacerse de los cuchillos una semana después del crimen, había ido al cuartel para contar, horrorizado, lo que la chica le acababa de confesar, que había estado en la casa y que había visto el cadáver de Anna en el pasillo de la vivienda.

Cuando los agentes llamaron al timbre, Theri y K. T. S. dormían. Fue ella la que contestó. Al saber que era la Guardia Civil de Canals, se negó a abrirles y fue en ese momento, según afirma, cuando trasladaron el cuerpo de Anna, en pleno estado de putrefacción, al interior de la bañera. Por la mañana, y ya con una orden de entrada y registro en la mano, los agentes entraron en el domicilio y detuvieron a los amantes tras encontrar los restos mortales de Anna en el cuarto de baño grande.

Vaciaron la cuenta en dos meses

Durante esos cuatro meses, Marya Tereza y K. T. S. no solo le pagaron la deuda al camello, sino que siguieron comprándole marihuana y gastando el dinero de la víctima en todo aquello que se les ocurrió comprar. En total, 6.249,74 euros que fueron extrayendo del cajero con una de las tarjetas (de la otra no sabían el pin) entre las 15.48 horas del mismo 1 de abril, es decir, con Anna recién asesinada tirada en el pasillo de casa, hasta el 4 de junio, cuando dejaron sin saldo la cuenta de la víctima.

Por todo ello, la acusación pide una condena de 25 años por el asesinato con la agravante de parentesco y 5 más por el robo con violencia en cada habitada, así como una indemnización de entre 78.000 y 80.000 euros y el alejamiento durante 25 años, a contar desde la salida de prisión, del hermano mayor de Theri.