El acusado de allanamiento niega que saltara a la casa de su vecino para coger la pelota de su hijo

Un jurado popular determinará su responsabilidad y si los hechos son constitutivos de un delito por el que se enfrenta a nueve meses de prisión

El acusado de allanamiento por entrar en la terraza de su vecino para coger la pelota de su hijo.

El acusado de allanamiento por entrar en la terraza de su vecino para coger la pelota de su hijo. / I. Cabanes

Un piano, una pelota y un presunto allanamiento de morada. Esos son los ingredientes del surrealista juicio ante un jurado popular celebrado esta mañana en la Audiencia Provincial de Valencia. Un conflicto entre unos vecinos por las molestias tras la instalación de un piano en un pareado de Paterna, para que pudieran practicar unos niños sus clases del conservatorio, está detrás de esta enemistad que ha terminado en los tribunales.  

En mayo de 2022 los hijos del acusado encalaron la pelota en la parcela de sus vecinos. Algo que, tanto unos como otros, han reconocido que no era la primera vez y que en condiciones normales no habría generado mayor problema. No obstante, este vecino de Paterna, de 50 años, se enfrenta a nueve meses de cárcel por un delito de allanamiento de morada por presuntamente haber saltado el muro del pareado de sus vecinos para recuperar la pelota encalada en el jardín de éstos, como adelantó este periódico.

El procesado ha negado ante el jurado haber cometido dicho delito. Niega que saltara el muro, de 1,30 metros de altura, e invadiera la zona exterior de la casa de sus vecinos. También niega que se cruzara con ellos esa tarde, y lo único que ha reconocido es el hecho de que se hubiera encalado la pelota. "Papá hemos llamado al vecino y no nos ha devuelto la pelota", recuerda que le dijeron sus hijos - de 11 y 13 años - cuando llamaron al telefonillo para recuperar el balón.

El acusado afirma que no lo recuerda bien porque no le dio mayor importancia. “No reaccioné de ninguna forma, ya la devolverán, es algo normal entre vecinos, en mi casa también caen pelotas y yo las devuelvo”, argumenta.

El sistema de videovigilancia con el que cuenta la vivienda hizo saltar la alarma a las ocho de la tarde de ese 20 de mayo de 2022 y envió al móvil de sus propietarios unos fotogramas del invasor, al que los denunciantes reconocieron inmediatamente como su vecino.  No obstante, el sistema que tienen contratado solo graba diez segundos, y en ellos no se ve el rostro de la persona que allanó la vivienda ese día. De ahí, que el acusado siga insistiendo en que no era él. Tampoco se identifica en las fotografías que le hizo la hija de los querellantes, y niega también que el perro que sale en ellas sea el suyo y la mujer, que también se le ve de espaldas, sea su esposa.  "Mi mujer cambia mucho de pelo como todas las mujeres", ha respondido cuando ha sido interrogado por cómo llevaba el pelo en ese momento su mujer.

Tanto el denunciante como su hija han asegurado que esa tarde se cruzaron con su vecino, con el cual reconocen que tenían “una relación bastante tirante”, que iba junto a su mujer y su perro, poco después de que saltara la alarma. Ambos aseguran que el propio acusado les reconoció en ese momento que él era quien había entrado, tras recriminarle al padre por no haber abierto la puerta cuando sus hijos les pidieron que les devolviera la pelota.

Antes de este incidente la relación entre las dos familias ya era mala por molestias por el sonido de un piano

El Ministerio Fiscal sostiene que el acusado, «aprovechando la ausencia de los moradores, y sin su conocimiento ni consentimiento», saltó el muro de la vivienda para recuperar la pelota de su hijo. Apenas permaneció en el interior del recinto privado de sus vecinos unos minutos, el tiempo suficiente para coger el balón y marcharse de allí.

Llevaba la misma ropa

El informe de la Policía Nacional concluye que hay un 50 por ciento de posibilidades de que la persona que aparece en dicha grabación sea la misma que fue fotografiada por los denunciantes. Hay varias coincidencias que así lo acreditan, como unas zapatillas con una etiqueta azul, los pliegues del pantalón al caminar y el reloj. A esto se une el breve espacio de tiempo que transcurre entre que suena la alarma y se ve al acusado en las inmediaciones.

Para completar este despropósito de juicio, el testigo de la empresa de seguridad privada que acudió al servicio ese día tras saltar la alarma se ha desmarcado diciendo que el parte de incidencias no lo redactó él, “no es mi letra”. El testigo, vigilante de Levantina, se ha enrocado diciendo que no lo hizo él y no ha podido ratificar el contenido del mismo, aunque acto seguido ha reconocido que la firma que aparece en el mismo es la suya, pero que no recuerda haber firmado dicho parte ni tampoco ha reconocido a los reclamantes.

Las molestias por un piano

“En vez de tanta piscina y tanta ostia, lo que tienes que hacer es dejar de tocar el piano a la hora que te sale de los huevos. Te lo hemos dicho dos veces de buenas formas, te lo has pasado por el forro …, no tienes vergüenza”.  Este mensaje en el wasap de la comunidad de vecinos, escrito por el hijo de los denunciantes, como él mismo ha reconocido, da muestras de la mala relación entre los querellantes y el acusado.

Los denunciantes se habían quejado en varias ocasiones, desde finales de 2021, por molestias por ruidos provenientes del domicilio del ahora acusado desde que compró un piano para sus hijos y lo puso en una habitación pared con pared con la de los reclamantes. El procesado ha remarcado que antes incluso de las quejas ya había insonorizado la habitación, y colocó una alfombra antivibratoria. Por su parte, los denunciantes, aunque reconocen que la relación no era buena, precisamente por estas molestias, si les hubieran pedido la pelota se la habrían dado sin problemas. "Estuve toda la tarde y nadie llamó al timbre, le hubiera devuelto la pelota, como otras veces", ha remarcado la hija del querellante, que incluso ha recordado un episodio donde buscó junto con la hija del procesado una bala de goma de una pistola de juguete que se coló en su casa. Lo cierto es que, entre unos y otros, un jurado popular debe deliberar ahora sobre este presunto allanamiento de morada por el que el acusado se enfrenta a nueve meses de cárcel.