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Sudáfrica va por libre en el mercado

Sudáfrica va por libre en el mercado

El sector citrícola español lo advirtió y el Parlamento Europeo, en una resolución histórica, lo reiteró. Era y es de sentido común pero nada fue suficiente. Me refiero a la desafortunada decisión tomada en febrero de 2017 en el seno del llamado «SCoPAFF», por la que se cedió a las presiones del lobby importador europeo y se dejó la responsabilidad de la seguridad fitosanitaria de nuestros cítricos a los mismos países que la amenazan. Se realizó una concesión y se reguló como plaga de cuarentena una peligrosa polilla -la Thaumatotibia leucotreta- pero se trasladó la capacidad de proponer las medidas para mitigar el riesgo de contagio al propio país exportador. Y Sudáfrica, con tal grado de exigencia -ninguno- se ha sacado de la manga una solución innovadora: un tratamiento de frío parcial.

Durante muchos años, gracias a los esfuerzos del Ministerio de Agricultura y antes de la conselleria, se fue confirmando la amenaza que suponía la llegada de esta plaga foránea en el interior de las frutas importadas de este país. Se realizaron estudios, se alertó a los puestos de inspección, pese a no ser de obligada vigilancia, cada año se acumularon interceptaciones en los puertos europeos pero se tardó un mundo en convencer a las autoridades del riesgo de contaminación. Se reclamaba lo que EE UU ya había decidido regular muchos años antes por tratarse de una plaga de alto impacto, especialmente para los cítricos californianos. Desde 2015 que los sudafricanos estaban advertidos de este cambio regulatorio pero no ha sido hasta hace unas semanas cuando presentaron su propuesta. Esta es la hora en la que varios buques con sus bodegas cargadas de cítricos sudafricanos se aproximan a Europa y aún no sabemos si Bruselas y los Estados ha dado su visto bueno a tal plan. No deberían hacerlo.

Muestra de incapacidad

En una muestra de su incapacidad para contener la plaga en sus campos, Sudáfrica se ha inventado un tratamiento de frío «parcial», desconocido para la comunidad científica, solo avalado por el centro que financian sus exportadores. Un cold treatment que nada tiene que ver con el que, paradójicamente, sí aceptan los sudafricanos durante la travesía cuando exportan a EE UU. Si la UE accede a tan particular método, no solo pondría en riesgo nuestras plantaciones, sino que sentará un pésimo precedente. Y de paso, consolidará un agravio comparativo con el trato que los exportadores españoles recibimos cuando tratamos de vender a países que son productores, que sí nos exigen un estricto cold treatment para protegerse de alguna de nuestras plagas. ¿Pagará Sudáfrica la millonaria factura de los tratamientos que tengamos que aplicar si la Thaumatotibia se nos instala?

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