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Entrevista

«No se puede llamar crisis a lo sucedido en estos diez años; es una situación crónica»

Se cumplen diez años del inicio de la crisis, ¿diría que se están cometiendo errores similares a los que llevaron al colapso?.

Hay cosas que han cambiado, pero pocas. En realidad, no se puede llamar crisis a lo que ha ocurrido estos diez años. Una crisis es puntual, o se supera, o el paciente se muere. Esta es una situación crónica, que viene de la incapacidad del sistema por cumplir aquellas funciones que debe cumplir, como es proporcionar empleo y cubrir los servicios vitales para la población. El hecho cierto es que estamos en gran peligro de que se vuelva a intensificar lo que llamamos crisis. No se han tomado las medidas que se tenían que haber tomado y el sistema ha evolucionado a niveles muy preocupantes, sobre todo en cuanto a la deuda, que es una bomba de relojería. Para algunos países como España, sigue siendo enorme para las familias, las empresas y el Estado, que ha salido con una deuda enorme. Eso implica que tenga que dedicar una parte importante de los recursos a pagar los intereses. Hasta ahora, que ha habido bajos tipos de interés, no es tan sangrante como será cuando el Banco Central Europeo decida, como ya ha anunciado, que los va a subir. Pero es que, además, se siguen alimentando las burbujas especulativas y desde los poderes públicos se ha cebado la bomba, porque, en vez de dar dinero a los procesos productivos, ha ido de nuevo a la especulación. De manera que, ahora mismo, hay una enorme burbuja de activos financieros, que tienen un valor muy por encima de lo que debería ser, como pasó con la vivienda, por ejemplo; y además está volviendo al sector inmobiliario, ha empezado en el alquiler, con grandes empresas que han captado esos fondos y se dedican a comprar viviendas para ponerlas en alquiler con subidas importantes, que hacen que la gente joven o desfavorecida se vea expulsada de las ciudades.

¿Estamos en un momento en el que las diferencias entre ricos y pobres es la mayor de la historia?.

Efectivamente, estamos hablando de desigualdad. Nuestro país ha aumentado su riqueza en las últimas décadas, pero lo ha hecho con un sistema basado en la lógica financiera y la libertad absoluta de movimientos de capitales, que, además, no pagan impuestos, gracias a los paraísos fiscales. Eso ha hecho que esa riqueza se concentre en pequeñas élites. España es el país donde más ha crecido la desigualdad. Hay países más desiguales, pero el crecimiento ha sido enorme en este país. Eso quiere decir que esta crisis ha sido para algunos una oportunidad de enriquecerse, concentrando la riqueza.

¿Hasta qué punto son los gobiernos los que deciden la política económica de los países?

Pensamos que vivimos en un país democrático, donde hay unos gobiernos elegidos en las urnas que llevan a cabo políticas que si no son del gusto de la mayoría de la población, teóricamente, son castigados en las elecciones siguientes. Pero esto no es tan así, en la medida en que esa concentración de riqueza se traduce en una concentración de poder, que, a su vez, ha comprado grandes medios de comunicación. Todo esto provoca que la propia democracia se vaya deteriorando, en la medida en la que los gobiernos están más atentos en satisfacer los requerimientos del capital y menos los de la población. Las políticas que se están haciendo no son las que benefician a la mayoría.

p. ¿Es la lucha contra el fraude fiscal y los paraísos fiscales una forma de redistribuir la riqueza?

Desde luego. Son instrumentos para conseguir más recursos financieros, pero lo importante es llegar a convencer a la mayoría de la población de que los problemas no se resuelven con crecimiento, porque eso lleva a fomentar la insostenibilidad y el cambio climático, sino con reparto. Hay que avanzar más en el reparto que en el crecimiento y ahí aparece con fuerza la idea que llevamos años defendiendo en Attac, que es la renta básica.

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