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Ojalá los bancos supieran de historia

Ojalá los bancos supieran de historia

Creditanstalt. Puede que a muchos este nombre no les diga nada. Pero si les cuento un poco más, seguro que su historia empezará a resultarles familiar. Fue el mayor banco comercial de Austria y en mayo de 1931 se declaró en bancarrota. Fundado por la familia Rothschild en 1855, sucumbió por la pésima gestión realizada por sus directivos y fue rescatado por el Gobierno austríaco, en un proceso tumultuoso que contagió a la banca europea. El mundo lloraba por la Gran Depresión económica y muy pocos países se libraron de la salpicadura del Creditanstalt.

«Una de las razones de su caída estriba en que con anterioridad fue forzado a fusionarse con otro banco austríaco, más débil. Las pérdidas del más pequeño contribuyeron a llevar al más grande hasta el precipicio», cuenta Ben Bernanke, el que fuera presidente de la Reserva Federal estadounidense en sus memorias ( The Courage to act). Bernanke, académico de Princeton y uno de los mayores expertos en la Gran Depresión, tiene claro que combinar balances de bancos débiles no conduce a la creación de un sistema financiero más fuerte sino que provoca después una crisis mucho más grave.

¿A que ahora el caso de Creditanstalt sí les recuerda a un episodio de la historia financiera reciente de España? El parecido con la creación de Bankia, fruto de la fusión de siete cajas de ahorros lideradas por Caja Madrid y Bancaja, es más que razonable.

Pienso esta semana en la crisis del que fuera el banco del imperio austrohúngaro cuando sigo la evolución del juicio de la salida a Bolsa de Bankia, con las declaraciones de los antiguos miembros del consejo de administración. Irrita escuchar a todos jugar al Yo no fui, tanto a Rodrigo Rato como a José Luis Olivas, expresidentes de Caja Madrid y Bancaja, respectivamente, y al resto de vocales. Dicen que ellos crearon Bankia al dictado de papá supervisor, también conocido como Banco de España. Tanto es así que no entienden que el gobernador de entonces, Miguel Ángel Fernández Ordoñez, impulsor de la creación de Bankia y de la salida a bolsa, no esté sentado a su lado en el banquillo de los acusados.

Lo único que reconforta es haber escuchado al exconsejero Javier López Madrid, yerno del empresario Juan Miguel Villar Mir, reconocerse en el tribunal como un «idiota» por estar sentado en el banquillo. Que lo hubiera pensado antes. Tirar de soberbia y aducir como única defensa que, si las cuentas de Bankia hubieran sido falsas su grupo familiar no habría invertido 20 millones de euros en la colocación en bolsa, es ridículo.

Ay, querido Bernanke, ojalá el sistema financiero español supiera más de historia y el caso del Creditanstalt no hubiera quedado tan lejos.

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