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Casas de paja contra el cambio climático

La cooperativa Okambuva diseña y construye viviendas con materiales tradicionales en una apuesta por la arquitectura «sana y sostenible». La firma utiliza paja de arroz de l'Albufera para casas que cumplen con el código técnico de edificación

Casas de paja contra el cambio climático

Cada vez hay más profesionales del sector inmobiliario preocupados por el cambio climático y el uso de materiales tóxicos que perjudican la salud. Un grupo de arquitectos valencianos diseña y construye viviendas con materiales sostenibles y ecológicos a través de la cooperativa Okambuva, una palabra de los indígenas guaraníes que hace referencia al humano como mamífero. Las viviendas de Okambuva son igual de sólidas que las que se construyen con materiales industriales porque tienen el certificado del código técnico de edificación y ofrecen ventajas como un mayor aislamiento contra el calor. La compañía utiliza materiales como paja de arroz de la Albufera (con lo que mitiga la contaminación de su quema), madera o corcho, y evita otros como el pladur o la lana de roca porque «son muy venenosos». Las viviendas son ligeramente más caras que las construidas con materiales industriales porque todavía no se ha desarrollado una economía de escala, pero sus promotores están convencidos de que en el futuro bajarán los precios.

Okambuva tiene la sede en Sagunt y la fábrica (donde compactan y preparan las balas de paja de arroz) en Bétera. La firma tiene seis socios y entre quince y veinte trabajadores (en función del pico de trabajo). El año pasado facturó 600.000 euros por la construcción de cinco viviendas. El arquitecto Alejandro López fundó la cooperativa hace cinco años junto a otros cinco profesionales concienciados con la construcción sostenible. «La bioconstrucción es una apuesta por la arquitectura sana y sostenible. Utilizamos materiales ecológicos que sometemos a un procesamiento industrial», apunta López. La cooperativa, que fue fundada hace seis años, realiza trabajos de construcción (tiene una constructora), de asesoría de arquitectura y de formación. La firma ha trabajado en proyectos en Austria, Costa Rica y Marruecos, aunque el 80 % de su trabajo lo realiza en España.

Alejandro López incide en que la paja de arroz la comprimen en la fábrica de Bétera y queda como un bloque compacto. «Estos bloques sustituyen a los de hormigón con la ventaja de que son aislantes térmicos. Lo que hacemos es la estructura de madera y los muros se rellenan con esos fardos compactados de paja de arroz. Las casas son absolutamente contemporáneas. El exterior lo recubrimos con cal porque es resistente a la lluvia y el interior con arcilla», precisa.

El cofundador de Okambuva insiste en que están muy centrados en proteger la salud y la ecología. «La industria del cemento es la más contaminante del planeta. Nosotros eliminamos por completo el cemento por sus propiedades nocivas. Además, al sustituir la lana de roca por paja de arroz obtenemos una mejor eficiencia energética. La paja tiene características que garantizan la reducción del coste energético», subraya. La compañía utilizó el año pasado 5.000 fardos de 20 kilos de paja de arroz de la Albufera y para el año que viene ya tiene un pedido en el que va a necesitar 16.000 fardos. «Una gran ventaja es que la paja de arroz de la Albufera es inagotable», advierte. El arquitecto puntualiza que no hacen casas de adobe. «No tiene nada que ver. En el adobe se mezcla la tierra con la paja. Lo que hacemos nosotros es compactar las balas de paja y recubrirlas con arcilla. El acabado final es exactamente igual que el de las otras viviendas y pueden tener un aspecto moderno o rústico», indica. Para los cuartos de baño emplean componentes cerámicos, en los suelos utilizan tarimas de madera y las cocinas son como las de cualquier otra vivienda.

Un coste más alto

El principal inconveniente es el coste. «Ahora estamos trabajando para que una de estas viviendas cueste lo mismo que una industrial. Pasa como con los productos bioecológicos. La industria hace construcciones muy baratas para ahorrar costes y es muy complicado competir con eso. Nuestras casas son buenas», destaca Alejandro López. El coste de montaje es exactamente igual. «Hay mucha leyenda urbana de que al estar construidas con materiales naturales el montaje es más económico. No es cierto. Nosotros no podemos ajustar más los precios. La comida rápida es más barata, pero no es sana. En estas construcciones hay mucho trabajo artesanal. El problema es que no hay demasiada gente que lo entienda», lamenta.

La mayor ventaja es la eficiencia energética de este tipo de viviendas. «Trabajamos mucho en la orientación de la vivienda y en el aislamiento para que no se escape el calor en invierno. Este tipo de casas no necesita aire acondicionado para mantener una temperatura agradable en verano y utilizan lo justo la calefacción el invierno», afirma el cofundador de Okambuva.

El portavoz de la cooperativa incide en que las viviendas que diseñan y construyen con materiales tradicionales pueden durar mucho más que las que se realizan con cemento y hormigón. «La durabilidad está garantizada porque cumplimos con el código técnico de la edificación. España está llena de casas de adobe centenarias. Sabemos por experiencia que pueden durar mucho tiempo», advierte Alejandro López.

En España todavía no hay muchas empresas que hayan apostado por la bioarquitectura. «Se pueden contar con los dedos de dos manos. Nosotros llevamos seis años como cooperativa y cada vez tenemos más trabajo. Es una tendencia que va a más porque está aumentando la concienciación sobre la sostenibilidad», destaca el arquitecto. Este tipo de viviendas se están construyendo sobre todo en áreas rurales donde quedan integradas en el medio ambiente, aunque la cooperativa Okambuva trabaja ahora en una en la zona urbana de Requena.

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