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China: ¿el buen samaritano?

Mientras la UE lucha contra su ancestral falta de unidad, la crisis del covid-19 se ha convertido en un nuevo episodio de la batalla por la hegemonía global. china, origen de la pandemia, aspira al papel de salvador del mundo frente a la crisis

China: ¿el buen samaritano?

Es una nueva guerra. La emergencia del coronavirus vuelve a sumir al mundo en la incertidumbre, el alumbramiento quizá de una era distinta a esta de comodidad y el bienestar, una sociedad que tenga que adaptarse a cambios traumáticos, como aquella decimonónica que vivía en la «seguridad», en palabras de Stefan Zweig, y que se diluyó en fango y trincheras hace poco más cien años para establecer las reglas del juego por las que discurriría el siglo XX. La batalla contra el Covid19 se libra en hospitales de medio planeta al límite de su capacidad humana y logística. Pero la pandemia también ha irrumpido en el tablero geopolítico, quien sabe si para acelerar el desenlace de la postguerra fría. ¿La influencia creciente de China, camino de ser la primera potencia en superar el drama sanitario, puede llevar al declive hegemónico definitivo de Estados Unidos? ¿Qué futuro le aguarda a la UE, debilitada en su falta de respuesta unitaria a la crisis mientras en Italia y España aterrizan aviones chinos repletos de mascarillas y material médico?

Consultado por EMV, Xulio Ríos (Moaña, 1961), director del Observatorio de Política China, tiene la impresión de que China «en términos de balance global, va a salir más fortalecida». El coronavirus, en su opinión, no será el Chernobyl del Partido Comunista chino: «Nunca lo creí y no lo creo ahora». «Estamos todavía al inicio de la crisis y hay que ver cómo se desarrolla. No es lo mismo que dure dos meses que seis. Pero sin duda la crisis del coronavirus puede ser en gran medida un catalizador y un acelerador de tendencias de fondo que se pueden advertir en la geopolítica global. Tanto la emergencia de China, como la descomposición de la UE y el declive de EE UU. En torno a esos tres vectores se puede determinar la influencia de esta crisis y el cambio de hegemonía a nivel global». «No solo dependerá del coronavirus. Hay una batalla en torno a la vacuna, con laboratorios de EE UU, Alemania y China, está Huawey, el 5G€ son reflejos de un mismo nudo», añade Ríos.

Fábricas a pleno rendimiento

Los intereses de China como potencia económica no solo se juegan en su país: hace décadas que su mercado es global. Por eso busca poner sus fábricas a pleno rendimiento cuanto antes, siendo como es un actor básico en las cadenas globales de valor, con sus productos y materias primas alimentando industrias de todo el mundo. Un agravamiento de la crisis y el estancamiento de la recuperación en Europa jugarán en contra de los intereses chinos. La pandemia puede tener una relevancia en el resultado final en función de su duración en el tiempo, en una economía globalizada y «con marcos fronterizos relativos». China será la primera en atajar el virus, pero quedaría arrastrada por los problemas de Europa, su primer socio comercial: «La recuperación de la producción va lenta, la reincorporación de los cientos de millones de trabajadores rurales también se desarrolla con cautela porque quieren evitar rebrotes. A pesar de que China ha hecho en los últimos años grandísimos esfuerzos para reconvertir su modelo de desarrollo, sigue teniendo una gran dependencia del comercio exterior en su economía».

Propaganda

Desde València, Vicente Pallardó, profesor de la UV y experto en economía internacional, coincide en interpretar la actual crisis como un episodio más de una batalla global: «Aunque sea triste, ya se está utilizando en ese combate por la primacía entre Estados Unidos y China. Da la sensación de que China tiene ahora mismo mecanismos de propaganda mucho más efectivos que las democracias occidentales. Y está haciendo uso de ellos». Para el economista, superada la fase más crítica de la pandemia dentro de sus fronteras, el gigante asiático centra sus esfuerzos ahora en modificar la narrativa de la crisis, de causante a salvador, el buen samaritano: «No olvidemos que esta pandemia procede de dos elementos vinculados a cómo gestiona China su política interna: el descontrol manifiesto de los mercados de animales salvajes, inaceptable en países desarrollados, de ahí surgen las epidemias que estamos padeciendo en lo que va de siglo; y segundo, de un secretismo y ocultación propias de la antigua Unión Soviética: no solo tardaron cinco semanas en informar sino que además se persiguió, se silenció y marginó a las personas que denunciaron desde el principio la gravedad».

La idílica visión ejemplarizante que pueda proyectar China para liquidar el brote obedece «a recursos y capacidades que, por su modelo económico y político, en otros países no son factibles», apunta Ríos. Resulta sintomático el diagnóstico de los especialistas médicos chinos llegados a Italia como asesores para esta batalla contra el enemigo invisible, criticando la ligereza de la cuarentena en la zona más crítica del país transalpino, blindada desde hace días. Al parecer, falta rigor en el confinamiento europeo. «China ha utilizado los mecanismos que una dictadura se puede permitir usar, incluida la violencia, para una cuarentena estricta que aparentemente ha sido efectiva. Desde ahí lo que China hace, una vez encauza el problema, es lanzar una campaña múltiple de propaganda», critica Pallardó.

Una campaña, continúa, con tres dimensiones: «Una loa al líder propia de Mao; es peligrosísima la evolución del culto al liderazgo de Xi Jinping. Por otro lado, difundir bulos nada creíbles, desde fuentes del Ministerio de Exteriores -no hablo de internautas-, respecto a que es el ejército de EE UU el que difunde el virus en China. Y por último, aparecer como salvador del planeta cuando ellos han generado una crisis que costará al menos decenas de miles de muertes si no cientos de miles». «Es vergonzoso que no se ponga coto a ese discurso y no se hable claro. Quien lo ha querido hacer, como Mario Vargas Llosa, ha sido censurado en China. Si ese es el modelo que algunos dicen que queremos seguir, mejor que cerremos el planeta. Asombroso que haya gente dispuesta a comprar esta sucesión de pasos», remata Pallardó.

La importancia de los gestos

Aviones llenos de mascarillas saliendo en socorro de la maltrecha Europa. El experto recela de la nobleza de estos gestos, de una fuerza visual indiscutible, por otro lado. El estado y sus corporaciones envían su ayuda humanitaria bajo reclamos como «unidos somos más fuertes» junto a las banderas china y española (o italiana) abrazadas. En ese esquema propagandístico, frente a las dudas que está provocando la gestión de la pandemia en el seno de la Unión Europea, sobre todo en el terreno económico, China aportaría realidades. ¿Un buen samaritano? Con la imagen del material sanitario aterrizando en Italia o en Zaragoza, amplificadas por medios y redes sociales de las embajadas del gigante asiático, «efectivamente, China lo que quiere es mejorar una imagen que se ha deteriorado en los últimos tiempos». Como causas de esa pérdida de predicamento, Pallardó señala aspectos como la agresividad política y territorial de Xi Jinping, presidente chino, frente a los países vecinos. «También empieza a haber dudas sobre a quién benefician las inversiones de la Ruta de la Seda, porque siempre se asignan a empresas chinas y los países se endeudan más de lo que pueden devolver. China estaba viéndose de forma negativa en los últimos tiempos en buena parte del mundo», indica sobre el ambicioso programa de infraestructuras en los cinco continentes lanzado por el Gobierno chino a varios años vista, con evidentes ramificaciones geopolíticas y económicas, en busca de alianzas en los patios traseros de Europa y EE UU, entrando en sectores estratégicos como puertos, ferrocarriles o suministro energético.

Habrá que esperar, apunta Xulio Ríos, para certificar si esta batalla por el relato y la propaganda china calan en Occidente. En la pandemia juega un papel esencial la visceralidad, con una población que manifiesta su emotividad desde los balcones. En cambio, «sí que puede acelerar el descontento o la descomposición de la Unión Europea. Veremos si Bruselas se afirma como un poder de referencia en ese mundo nuevo que se está gestando o si el fin de la postguerra fría conduce a la descomposición de su proyecto, nacido para contener a los países del Este de Europa. Una vez desaparecida la Unión Soviética y el socialismo real, la UE podría perder sentido», señala el reputado sinólogo gallego.

Lo cierto es que la tardía reacción y la falta de previsión en el viejo continente ante una crisis que comenzó a dejar muertos en Wuhan en diciembre han dado oxígeno al cambio de paso chino: de origen de la enfermedad a líder e inspiración para la batalla ante una crisis que, a decir de la OMS, desde esta semana es un problema europeo. En la reacción de las instituciones comunitarias hay acuerdo entre los expertos. Pallardó la califica de «lamentable». Directamente, «no hay respuesta europea». «El martes Pedro Sánchez hizo un discurso en que no pudo hablar de Europa, solo en el turno de preguntas. Es sintomático. Cada uno hace lo que le parece, a nivel político, sanitario y no hay programa económico. Una vez más, el Banco Central Europeo es el único que ha respondido con el programa de compra de deuda de 120.000 millones, pero el buen paquete de medidas fue destrozado por la intervención penosa de [la presidenta] Christine Lagarde sobre la prima de riesgo de Italia y el sur de Europa. Europa va a perder si no hay una reacción inmediata», comentaba Pallardó en conversación telefónica este pasado miércoles.

Respuesta tardía de la UE

Ciertamente, la reacción comunitaria está siendo dubitativa y tardía, con ejemplos de falta de cooperación que alimentan la división, como la restricción impuesta hasta hace unos días al envío de material sanitario fuera de sus fronteras de países como Alemania y Francia, mientras Italia lanzaba un SOS internacional respondido por China. Incluso las autoridades lombardas han contactado con Cuba y Venezuela pidiendo personal médico.

Tanto en las medidas sanitarias como en las fiscales (el Eurogrupo ha sido incapaz de arbitrar una solución conjunta) cada país ha hecho la guerra por su cuenta. Solo el BCE, como apunta Pallardó, parece estar dando soluciones a la altura de la crisis, ampliando en las últimas horas a 750.000 millones de euros su plan de compra de deuda de los países, una medida que garantiza a las economías del sur de Europa la viabilidad de sus ambiciosos planes de estímulo y que, al mismo tiempo, ataja una nueva escalada de las primas de riesgo en países como Italia o España.

Tampoco ha sido ágil la reacción para el abastecimiento de material médico. No ha sido hasta finales de esta semana, con los cadáveres apilándose a cientos en Italia, cargados en camiones militares, aparcados en iglesias convertidas en morgues improvisadas, cuando Bruselas ha activado un programa para financiar en un 90% la compra de material sanitario (los preciados respiradores, mascarillas, vacunas). Cuando lleguen los fondos, el simbólico avión de suministros chinos posado sobre Italia o España hace tiempo que habrá ganado la batalla de la propaganda.

¿Y que hay de EE UU? Los aviones cargados de ayuda sanitaria y las donaciones de Jack Ma, fundador del Amazon chino Alibaba, también han llegado a suelo norteamericano. El problema de la credibilidad del bloque occidental, y que permite ganar terreno a China, aumenta con la volatilidad del mensaje de Estados Unidos. Durante dos meses, al menos públicamente, Trump restó importancia al Covid, calificándolo de farsa, una gripe más. En las últimas jornadas, la gravedad de la pandemia le ha hecho cambiar el discurso, enzarzándose en la batalla dialéctica con China: «La estancia de un personaje como Trump en la Casa Blanca hace imposible generar una idea alternativa lo suficientemente sólida para frenar esta iniciativa de que China va a salvar el mundo», concluye Pallardó.

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