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Restos de olivas para fabricar cosméticos

De los olivares ya se puede aprovechar casi todo. más allá de obtener olivas y aceite ahora también llegan los usos cosméticos

Técnicos del instituto agroalimentario Ainia, en una biorefinería que añade valor a los subproductos generados en la producción de aceites de oliva. Ainia

La Unión Europea apuesta cada vez más por la bioeconomía sostenible y proyectos innovadores como las fuentes de materias primas renovables domésticas, así como la generación de productos de valor (alimentos, piensos, materiales y combustibles) que permiten el crecimiento rural en todas las regiones y promueven el uso inteligente y eficiente de los recursos. Pues bien, en un país donde la superficie dedicada al cultivo del olivar supera los 2,6 millones de hectáreas (80.000 ha. en el caso de la Comunitat Valenciana) algo habría que hacer para sacar partido a este sector primario. Según los expertos, en las próximas décadas se prevé un crecimiento importante de la población mundial (+30 % hasta el año 2050), con el consiguiente incremento de la demanda de alimentos, una mayor dependencia energética y elevados precios, escasez de agua y otros recursos por su sobreexplotación, agotamiento o degradación. Sin duda, la presión creciente sobre el medio ambiente y el riesgo de pérdida de biodiversidad se agravará por los efectos del cambio climático.

Por eso aumentan las iniciativas relacionadas con la economía circular. Como la del instituto tecnológico agroalimentario Ainia tras detectar que más del 80% de las aceitunas que se procesan en las almazaras se convierten en alpeorujo. Se trata de un subproducto mezcla de aguas, partes sólidas de la aceituna (pulpa, piel y hueso) y restos grasos derivados del proceso de elaboración del aceite de oliva virgen extra. Esto provoca que, en un periodo corto de tiempo, se generen grandes volúmenes cuyas características químicas y cantidad (fundamentalmente carga orgánica, nutrientes, conductividad y sustancias antioxidantes) hace que sea difícil su gestión y aprovechamiento. De ahí surge el ‘proyecto Alpocel’ para desarrollar nuevos procesos de biorefinería para la transformación sostenible del alpeorujo generado en almazaras en microfibras y nanofibras de celulosa; así como en compuestos bioactivos para la elaboración de cosméticos, fertilizantes o biomasa vegetal rica en proteína. De este modo se logra valorizar este subproducto para que su gestión sea óptima, rentable y sostenible. También las podas de los olivos se usan como biomasa, como materia prima para una red de biorefinerías donde se producen bioetanol y subproductos para industria alimenticia.

Según Fátima Vargas, del departamento de biotecnología de Ainia, « se trata de una iniciativa pionera en España en la que tenemos como objetivo aplicar el modelo de biorefinería a instalaciones existentes como las orujeras, ampliando su alcance y permitiendo de este modo, mejorar su viabilidad técnica, económica y ambiental. Además, podemos encontrar sinergias entre los nuevos procesos de biorefinería y las tecnologías de procesado disponibles para obtener un amplio espectro de nuevos bioproductos y bioenergía». Estos nuevos procesos de transformación del alpeorujo supondrán el aprovechamiento y valorización de los subproductos del olivo para la obtención de compuestos bioactivos y otros bioproductos. «Las biorefinerías a pequeña escala en el ámbito rural son un instrumento clave de la nueva economía impulsada desde la UE y optimizar los recursos biomásicos», concluye Fátima Vargas.

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