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Variaciones Orts, la música de la escultura es instalación

Variaciones Orts, la música de la escultura es instalación

«Un concierto es algo inmaterial en donde lo único visualmente importante es la presencia y los gestos del intérprete, pues estos gestos contienen la esencia de la expresividad musical. En cambio, en una instalación sonora es importante todo lo que se puede ver y oír. Por otra parte, un concierto sabes que comienza en un momento y acaba en otro, que lo interpreta un intérprete y hay un compositor. En mis instalaciones sonoras el espectador establece un recorrido libremente. Si eso lo comparas con la música, donde el recorrido es siempre obligatorio, es según como haya puesto las notas el compositor, la una antes que la otra, descubres que una instalación no tiene ni principio ni fin.» Así respondía José Antonio Orts (Meliana, 1955) en una entrevista que realizamos hace casi dos décadas y que rescato del recuerdo porque las palabras del músico-compositor-artista (así, en un continuum indistinguible) siguen siendo un estupendo punto de partida para abordar su exposición en el Espai d'Art Contemporani de Castelló.

Orts, cuya incuestionable trayectoria musical y artística está completamente entreverada de composiciones, conciertos, exposiciones y grabaciones que se suceden desde mediados los años 80 a hoy, con estancias formativas y de trabajo en ciudades tan musicales (y artísticas) como París -donde ha sido profesor, como en los conservatorios de Valencia y Zaragoza-, Roma, Aix-en-Provence, Salzburgo, Delfos, Niza o Berlín, y diversos estudios en música electroacústica, es heredero de la música experimental del pasado siglo y, para mí, su obra es la continuación natural de aquella complicidad creativa que mantuvieron creadores de la talla de Morton Feldman, John Cage, Robert Rauschenberg y Merce Cunningham.

La muestra Espais Sensibles se organiza en torno a cinco ámbitos que a modo de instalaciones sonoras o actos o movimientos invitan al espectador a estar presente, a moverse y, si acaso, a gesticular como un intérprete al interactuar delante, en medio o alrededor de sus piezas sensibles (compuestas por circuitos electrónicos con sensores o captores, leds, altavoces y tubos resonadores), accionándolas y conviviendo en su sonido envolvente. Las «variaciones» que aquí se plantean se ordenan en cinco secciones con títulos tan sugerentes como De ritmos sonoros (donde destaca el poder de la afinación en la disposición compositiva), De ritmos luminosos (con haces de luz roja que dibujan conectores en el suelo, evolución de sus «luciérnagas» de pared), Territorio Tonal (en la que las columnas de sus reconocibles tubos resonadores mantienen acordes que varían con la luz), De armonías de agua (que nos sitúa en medio del devenir de una corriente, de un torbellino líquido) y De armonías de viento (en la que de nuevo nuestro desplazamiento activa la escucha amplificando el rastro que dejamos).

La obra de Orts desplegada en el EACC funde nuevamente la vista, el oído y también la experiencia del tiempo, del recorrido, a través de la interacción que proviene de los cambios en la luz o el movimiento. Que la música es lo más abstracto, autónomo y autorreferencial lo aprendimos con Stravinski. Con Orts, que la escultura se convierte en instrumento instalativo que genera ambientes sonoros y variaciones musicales en su composición total.

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