La nostalgia no solo puede aliviar el dolor físico, sino que también combate la soledad, mejora la resiliencia y potencia la creatividad de las personas. Genera optimismo, autoestima y afecto social.

La nostalgia es una emoción compleja muy poderosa que implica una cognición orientada al pasado y una firma afectiva mixta: se define como un sentimentalismo por el pasado y puede ser única para cada persona.

Diversos estudios han demostrado que la nostalgia se puede utilizar para combatir la soledad y mejorar la capacidad para superar circunstancias traumáticas (resiliencia), así como para potenciar la creatividad.

También se ha averiguado que existe un tipo de actividad cooperativa entre la memoria y los sistemas de recompensa del cerebro, que juega un papel muy específico en cómo experimentamos la nostalgia.

Una nueva investigación, publicada en la revista Journal of Neuroscience, añade ahora un nuevo atributo a la soledad: también puede ayudar a reducir el dolor.

Esta investigación comprobó que la nostalgia disminuye la actividad en las áreas del cerebro relacionadas con el dolor, así como las calificaciones subjetivas del dolor térmico.

Datos combinados

Más concretamente, el equipo científico de esta investigación, dirigido por Kong Yazhuo, del Instituto de Psicología de la Academia de Ciencias de China, descubrió que el tálamo, una región del cerebro fundamental para la modulación del dolor, también está relacionado con el efecto analgésico asociado a la nostalgia.

El estudio obtuvo imágenes de resonancia magnética funcional mientras una serie de voluntarios vivían experiencias de nostalgia (es decir, nostalgia frente a señales de control cuando las personas miraban imágenes), al mismo tiempo que se les aplicaban estímulos dolorosos asociados con calor (más calor, más dolor), para de esta forma examinar cómo se modulan las respuestas cerebrales ante estos estímulos.

Después de observar los desencadenantes de los recuerdos de la infancia, los participantes informaron haber experimentado sentimientos de dolor más débiles en respuesta a los estímulos térmicos, particularmente a intensidades de estímulo bajas.

Y lo que es más importante, los investigadores observaron que el tálamo anterior codificaba la nostalgia y que el tálamo parietal posterior codificaba la percepción del dolor.

Nostalgia al atardecer. Jakub Kopczyński en Pixabay.

Antecedentes

Este descubrimiento completa resultados anteriores, según los cuales las experiencias nostálgicas estimulan la actividad metabólica y el flujo sanguíneo en varias regiones del cerebro, particularmente en las áreas frontal, límbica, paralímbica y mesencefálica.

Se ha comprobado asimismo en estas investigaciones previas que las personas que escuchan música que evoca nostalgia experimentan una mayor actividad en la circunvolución frontal inferior, la sustancia negra (donde se produce la dopamina), el cerebelo y la ínsula, que cuando escuchan música no acompañada de nostalgia.

Una investigación del año 2012 comprobó a su vez que un grupo de personas viviendo un momento de nostalgia pudo mantener en las manos un recipiente de agua helada mucho más tiempo que las personas ajenas a ese estado emocional. El agua helada se cree incluso que fomenta sentimientos nostálgicos.

Otra investigación, publicada en 2020, fue un paso más allá y comprobó que el mero pensamiento nostálgico puede reducir el dolor físico.

En dos experimentos diferentes, esta investigación comprobó que las personas inmersas en una emoción nostálgica consiguieron reducir significativamente la percepción del dolor crónico, así como aumentaron la tolerancia temporal al dolor.

Los investigadores interpretan este resultado combinándolo con investigaciones previas, que atribuyen a la nostalgia la capacidad de generar optimismo, autoestima, y afecto social, así como de aumentar la confianza en uno mismo.

Emoción positiva

Todo ello ha llevado a los neurocientíficos a considerar en la actualidad que la nostalgia es una emoción relativamente positiva que no se limita a la mera evocación de emocionantes recuerdos del pasado.

Se han superado así concepciones anteriores de la nostalgia, que en el pasado incluso llegó a ser considerada una enfermedad conocida como "el mal del corazón".

La conclusión que puede extraerse de todo lo que se ha estudiado sobre la nostalgia es que desempeña muchas funciones adaptativas, y que uno de sus efectos alivia el dolor, un mal generalizado que afecta a todo el mundo.

La forma más corriente utilizada en la actualidad para aliviar el dolor es farmacológica, aunque también otras prácticas, como la atención plena (Tai Chi), imágenes guiadas, relajación y biorretroalimentación, han demostrado asimismo su eficacia en determinados casos.

Las prácticas cognitivo-conductuales, como la eliminación consciente del catastrofismo, e incluso el ejercicio físico, también pueden ayudar a aliviar el dolor, han apreciado investigaciones previas.

Recurso psicológico

Todas estas intervenciones son efectivas para pacientes con dolor crónico, quienes por lo general ven una mejor salud física y psicológica, pero son complicadas de aplicar en todos los casos.

Por este motivo, los investigadores proponen una estrategia que puede ser efectiva para reducir la percepción del dolor: el recurso psicológico de la nostalgia, considerada como un anhelo sentimental por el pasado.

Destacan que algunos investigadores han constatado que la nostalgia ayuda a las personas a gestionar estados psicológicos desagradables o dañinos. Por ejemplo, se ha demostrado que la nostalgia ayuda a superar la soledad y la sensación de falta de sentido de la vida.

Ahora sabemos positivamente que también es efectiva para aliviar el dolor físico, si somos capaces de evocar buenos momentos del pasado cuando estamos viviendo una experiencia físicamente dolorosa.

Referencias

Thalamocortical Mechanisms for Nostalgia-induced Analgesia. Zhang Ming et al. Journal of Neuroscience, Feb. 28. DOI:10.1523/JNEUROSCI.2123-21.2022.

 Attenuating Pain With the Past: Nostalgia Reduces Physical Pain. Mike Kersten et al. Front. Psychol., 13 October 2020. DOI:https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.572881