Astronomía

Avi Loeb habría descubierto fragmentos de una nave extraterrestre en el fondo del Pacífico

El acreditado profesor de la Universidad de Harvard los ha identificado entre los restos de IM1, el primer meteorito interestelar reconocido oficialmente

Una pequeña esférula, recuperada del fondo del Océano Pacífico, podría ser un fragmento de una nave extraterrestre, según el profesor de Harvard Avi Loeb.

Una pequeña esférula, recuperada del fondo del Océano Pacífico, podría ser un fragmento de una nave extraterrestre, según el profesor de Harvard Avi Loeb. / Crédito: Avi Loeb.

Pablo Javier Piacente

Una audaz búsqueda en aguas profundas liderada por el profesor de Harvard Avi Loeb ha permitido identificar diminutos fragmentos de un misterioso meteorito que se estrelló contra la Tierra en 2014. Según Loeb, el descubrimiento puede ser evidencia de una civilización extraterrestre avanzada que visita la Tierra. El material que compone los restos identificados es el acero S5 con titanio, que también se conoce como acero resistente a los golpes: su resistencia está muy por encima de la que presentan los meteoritos de hierro descubiertos habitualmente en la Tierra.

El reconocido astrofísico de la Universidad de Harvard, Avi Loeb, cree haber encontrado pruebas de la existencia de una civilización extraterrestre en el fondo del Océano Pacífico. Loeb acaba de liderar una expedición en búsqueda de restos de un extraño meteorito denominado IM1, que se estrelló frente a la costa de Papúa Nueva Guinea en 2014 y se piensa que provino del espacio interestelar

Sin embargo, el presunto meteorito quizás sea en realidad un fragmento de una nave alienígena que, en algún momento, exploró el Sistema Solar: así lo sugiere la composición de los diminutos restos hallados. De acuerdo a un artículo publicado en el medio británico The Independent, el equipo de científicos y especialistas conducido en el sitio por Loeb descubrió 50 pequeñas esférulas, o gotas fundidas, usando un trineo magnético que se dejó caer desde el barco de expedición Silver Star, hasta 2 kilómetros por debajo de la superficie del océano.

Un meteorito algo extraño

Los restos hallados en la zona de impacto de IM1 parecían en principio fragmentos de hierro corroído, pero cuando se examinaron con rayos X fluorescentes los investigadores pudieron determinar que son en realidad una aleación de acero y titanio. La resistencia de este tipo de material supera ampliamente a la observada en la mayor parte de las rocas espaciales que impactan contra nuestro planeta. 

No es el único dato llamativo de IM1: cautivó la atención de los científicos por su alta velocidad, ya que viajó más rápido que el 95 por ciento de las estrellas cercanas. Además, explotó mucho más bajo en la atmósfera terrestre que la mayoría de los meteoritos. Sus inusuales características fueron reveladas en 2019, luego de que un estudio científico también liderado por Loeb analizara el catálogo de meteoros de código abierto de la NASA, en busca de rocas espaciales irregulares detectadas alrededor de la Tierra.

Los científicos comprobaron que IM1 era más duro que el resto de las 272 rocas espaciales registradas en el mismo catálogo de la NASA, confirmando un valor atípico en la resistencia del material. Aunque el principio el artículo de investigación fue rechazado, posteriormente el mismo Comando de Operaciones Espaciales de Estados Unidos confirmó que la velocidad de IM1 era "suficientemente precisa" para indicar que provenía del espacio interestelar.

¿Restos desprendidos de una nave alienígena?

De acuerdo a una publicación del propio Loeb en Medium, la forma de los fragmentos recuperados es casi plana, como si fueran capas superficiales desprendidas de un objeto tecnológico que experimentó una tensión material extrema. En cambio, los meteoritos de hierro convencionales se rompen en pequeños pedazos que son derretidos por la bola de fuego, recuperándose posteriormente esparcidos como fragmentos casi esféricos.

En función de esto, Loeb cree que es posible que la bola de fuego de IM1 sea el resultado de la ruptura de las capas superficiales de una nave extraterrestre, y que el núcleo del objeto haya sobrevivido a la entrada a través de la atmósfera, como se espera para las naves espaciales. Incluso, el trineo magnético utilizado en la expedición chocó contra un objeto sólido en el fondo del océano, pero su cámara no lográ capturar este encuentro. En futuras búsquedas, los investigadores intentarán hallar más restos que puedan aclarar finalmente el misterio.

Vale recordar que el profesor Loeb presidió el departamento de astronomía de Harvard de 2011 a 2020, y actualmente dirige el Proyecto Galileo en la misma universidad, que está estableciendo observatorios de código abierto en todo el mundo para buscar signos de civilizaciones extraterrestres avanzadas

En su libro “Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth”, aparecido en 2021, el profesor Loeb sostuvo claramente que Oumuamua, una roca espacial en forma de panqueque que fue visible para los científicos durante 11 días en 2017, solo podría haber sido un artefacto tecnológico interestelar construido por extraterrestres.