El «hombre rubio» fue Hans Jørgen Christian Rosenvinge, un danés enamorado de la poesía de Lorca que dejó su país para instalarse con su esposa en España. Cuando murió nadie de su familia vino desde Dinamarca a velarle, pero según cuenta su hija Christina, al tanatorio acudió un nutrido grupo de gitanos con los que aquel danés lorquiano había trabado una profunda amistad.

P «Romance de la plata», que ha sido el single con el que has presentado el disco, es una canción sobre tu padre, que murió hace 26 años. ¿Qué te hizo click para decidirte a hablar de él tanto tiempo después?

R Rocío Márquez me encargó una canción para su disco de flamenco, y me tuve que estudiar un poco el tema. Fui a la casa de mi madre a buscar los discos de mi padre, que era un gran coleccionista de flamenco. Al empezar a escuchar su música reapareció su fantasma, reviví su historia. Empecé a pensar en él y salió la canción con una casualidad muy esotérica: la escribí el día que se cumplían 26 años de su muerte. Había un duelo pendiente y tomó forma de canción.

P Cantas «Padre, el tiempo es compasivo». ¿Te ha servido para entender de alguna manera a tu padre?

R Sí, absolutamente. Sobre todo porque mi padre murió cuando yo era muy joven y me llevaba muy mal con él, estábamos enfrentados por muchas cosas. Nunca lo había intentado entender como hombre, más allá de como padre.

P Quizá no es bueno conocer demasiado a los padres, no vaya a ser que nos llevemos una decepción.

R ¿Tú crees? Yo creo que comprender la historia de tus padres ayuda a comprender tu propia historia.

P La canción tiene una imagen muy poderosa: la del gitano llorando por tu padre en el hospital, mientras que de su familia danesa no vino nadie. ¿Es real?

R Totalmente. No podría haber inventado una cosa así. Mi padre dejó a su familia en Dinamarca y se vino a España con mi madre. Aquí encontró su propia familia, y como era un gran admirador de Lorca, tenía entre sus amigos cantaores y gitanos. Su manera de ver España y Lorca era un tanto folclórica, como la de los guiris del norte. Lorca también era un vanguardista, y me hubiera gustado preguntarle a mi padre sobre Poeta en Nueva York, que para mí es la obra cumbre y que seguro que para mi padre no lo era.

P La figura del padre conflictivo aparece en otra canción, «Pesa la palabra». Pero aquí te inspiraste en la historia de El Cordobés y su hijo ilegítimo.

R Quería escribir una canción desde el punto de vista del padre, pero para mí era imposible. Y buscando inspiración un día vi en la tele imágenes del juicio del Cordobés y me encontré con esa frase maravillosa, cuando su hijo sale y dice «yo he tenido un padre de humo». Es muy rompedora, como la historia de este chico que se pasa la vida poniéndose delante de un toro para que su padre lo reconozca y le dé una palmadita en la espalda.

P ¿Tú has notado alguna vez como madre esa distancia con tus hijos?

R No, la maternidad se vive de otra manera. Es cuidado diario, presencia constante. Las madres nos sentimos culpables por otras cosas

P ¿Cómo cuáles?

R Es una generalidad absoluta, pero los padres sienten la presión de que tienen que ganar dinero para sustentar a sus hijos, y las madres de estar presentes todo el tiempo y gestionar el futuro de la familia.

P ¿Ese tipo de presión te ha afectado como artista?

R Claro. Como todas las madres he sentido la culpabilidad de no estar con ellos cuando estoy tocando lejos.

P Elegiste «Romance de la plata» como single y no una canción más pop como «Ana y los pájaros». ¿Estos tiempos en los que se venden menos discos te dan al menos más libertad para elegir?

R Sí, «Ana» es más ligera, y la otra me parecía más importante, es como la columna central del disco. Uno no puede pensar siempre de manera mercantilista. Y ya he comprobado que las canciones que permanecen no son las más fáciles, sino las que penetran la piel.

P El disco lo cantas como si hubieras oscurecido la voz, muy a lo Nico. ¿Esto es una decisión artística?

R Está hecho a propósito. He intentado que la voz sonara más profunda, más masculina, porque estaba jugando a impersonarme en un hombre. En «La flor entre la vía», que es la primera canción, también pensé que sonaba al primero de The Velvet Underground.

P En la gira recuperas «Voy en un coche», de la época de Los Subterráneos (1992), pero ninguna de tus discos en inglés. ¿Por qué?

R Bueno, un poco por petición popular (ríe) y porque es divertido tocarla. En cambio las otras son menos conocidas. Y también porque he ido mucho a Latinoamérica y las canciones de «Que me parta un rayo» son allí como clásicos intergeneracionales.

P ¿Cómo te llevas con la Christina de Los Subterráneos, Los Neumáticos o de Álex y Cristina?

R Estoy muy contenta con todo lo que he hecho. En cada momento he hecho lo que era capaz de hacer. Yo veo mi carrera como una línea constante, no una línea rupturista como piensa mucha gente. Estoy trabajando en una antología de todas las letras y cuento lo que me estaba pasando cuando escribía esas canciones. Y es bonito porque veo que forma un relato muy coherente.

P Llevas 30 años en la música. ¿Echas de menos los tiempos en los que el rock era más popular que ahora y estabais a todas horas en televisión?

R No echo de menos nada del pasado. Desde luego mi vida ha ido a mejor y, a pesar del mundo en el que vivimos y tenemos una visión muy catastrofista, creo que vamos a mejor. Y digamos que el rock nunca ha sido la música más popular. Hubo un tiempo en el que quizá sí, sobre todo porque se generalizó la ayuda pública, pero siempre ha sido un discurso alternativo.

P Con el Premio Nacional de la Música el Ministerio destacaba tu «proceso de búsqueda de una personalidad musical propia». ¿La has alcanzado ya?

R Qué va, es el proceso de nunca acabar. No por la identidad, que a mí me importa un camino, sino por traducir a un lenguaje musical el tiempo que estás viviendo, que es algo más ambicioso que cantar sobre lo que te pasa.