Entre «Always love» su temazo de 2005 y «So much love», la canción con la que Nada Surf abre su último disco, Never not together (2020), han pasado tres lustros pero su visión del amor, así como su capacidad para confeccionar melodías emocionantes, sigue siendo la misma. «En todo caso lo que cambia es tu manera de ser. A mí hace unos meses me pasó una cuestión amorosa tan rara que si me llega a ocurrir hace 15 años me pego un tiro ­ -explica en esta entrevista telefónica Daniel Lorca, el bajista madrileño criado en Nueva York que desde 1992 forma parte de la banda junto a sus amigos Matthew Caws e Ira Elliot-. Hay una madurez, que está latente en este disco y que nos dice que el amor lo llevas dentro y cuando más lo dejes salir mejor te irá en la vida».

P Uno escucha «Never not together» y tiene la sensación de que Nada Surf madura y, a la vez, mantiene el espíritu juvenil. ¿Cuál es el truco?

R No sé si hay truco, pero quizá es porque nosotros somos más fans de música que músicos y por eso juntarnos para currar y hacer las canciones, lo tomamos como una suerte. Además, siempre pensamos a largo plazo y si una canción no sale en este disco saldrá en el otro. Confiamos en ellas y podemos permitirnos escoger las que más se dejan llevar entre un abanico bastante enorme de estilos.

P Un abanico de estilos pero Nada Surf siempre suena a Nada Surf.

R Sí, pero hay otros grupos que se convierten casi en caricaturas de ellos mismos y cuando hacen un disco un poco distinto enseguida les echan la bronca. Pero como nosotros no somos así y nos gusta tocar muchos estilos distintos, a partir del segundo disco no nos metimos en una casilla específica, que es justo lo que quería nuestro sello discográfico. Querían un segundo LP con diez temas que sonaran como «Popular».

P ¿Cómo os sentís ante esta canción? Exitazo desde el primer disco pero estuvo a punto de convertiros en un «one hit wonder».

R En un momento dado a Mateo no le apetecía mucho tocarla, pero fue pasajero. Si hicieses un análisis científico de nuestra carrera, ves que es una curva que se va alzando de forma bastante progresiva y en la que la anomalía es «Popular», que llegó a todas las radios, a la MTV... Pero no somos un grupo popular. Es como si analizas las estadísticas de lluvia del mes de mayo y de repente un año hay un diluvio. Esos datos no los usas en la estadística, no representan la realidad. Por eso pienso que «Popular» es una anomalía.

P En este último disco hay un tema, «Something I should do», que recuerda a «Popular». Incluso tiene su propio recitado.

R Para este disco teníamos una canción que todavía no tenía los estribillos y le dije a Mateo por qué no metía una de esas críticas suyas sobre el mundo moderno pero con mala leche, como en «Popular». Hizo esta canción sobre las redes sociales e internet, que se supone que nos acercan más cuando lo que realmente no están aislando de los demás.

P En «Just way» habláis de los problemas de la adolescencia, como ocurría también en «Popular», pero el punto de vista es más amable. Supongo que tiene que ver con madurar.

R Claro, en «Popular» nos cachondeábamos del mundo y nos quejábamos de los adultos. Yo recuerdo de adolescente estar decepcionado con la mayoría de los adultos de mi alrededor, que encima no se cortaban de darte consejos. ¿Cómo te puedes permitir decirme cómo debo ser si tú llevas ya tres divorcios y tu vida es un desastre? «Just way» no tiene ese sarcasmo, es más un consejo.

P ¿Hacer música os ayuda a no ser esos adultos que os decepcionaban?

R Sí, la verdad es que dedicarse a esta profesión es un privilegio. Podemos, hasta cierto punto, escapar de la realidad más corriente de la gente. Pero no somos los únicos que lo conseguimos. Yo vivo en Ibiza y estoy rodeado de gente de muchas edades distintas, que es muy rara y que se ha salido de la norma. Pero el hecho de que podamos vivir de la música, subirnos a un escenario ante un público superagradecido, es el sueño de cualquier joven y nosotros lo hemos cumplido.

P ¿Por qué piensas que Nada Surf en concreto, y tantas bandas de guitarras y melodías en general, son tan queridas en España?

R Es que España es muy rock'n'roll. Yo recuerdo cuando tenía 16 años y me hablaban de la Movida en Madrid y me quedaba flipado. Lo que pasa es que todos mis primos eran superpijos, no eran nada rock'n'roll y cuando venía a Madrid me llevaban a sitios infectos. Hasta que un día le pregunté a una prima dónde iba la gente que se vestía como yo y me mandó a Malasaña. Ahí flipé por todos los garitos y la música que se pinchaba.

P ¿Vuestro público de toda la vida también mantiene la misma actitud que vosotros?

R Yo no sé si siguen viniendo los mismo, también viene ahora gente muy nueva. El otro día me vino después de un concierto un niño de 15 años y me da un vinilo de Let's go (2002) y me dice que se llama Michael y que si se lo puedo dedicar. Le digo que sí, me lo da y veo que ya se lo había firmado y dedicado. Le pregunto si Ira la había falsificado y me dijo que no, que ese disco era el original y que se lo firmé a su madre cuando ella estaba embarazada de él y ya sabía que él se iba a llamar Michael.

P Qué bonito. Por cierto, ¿por qué celebrasteis el aniversario de «Let's go» y no el de los dos anteriores?

R Porque fue el disco que realmente nos dio la independencia y a partir del cual siempre hemos hecho la música que hemos querido. Ric Ocasek nos dio el mejor consejo que nos han dado como grupo: nunca vendáis los derechos de vuestras canciones por mucho que os ofrezcan. Eso nos permite no tener que vender un millón de discos para pagar el alquiler y eso nos permite seguir haciendo discos como éste, que es un poco raro.

P Éste es un disco con pop muy luminoso, pero también zonas muy oscuras como «Mathilda». ¿Por qué esta variedad?

R Porque nos podemos permitir ese lujo. No somos adversos a que nos pinchen en la radio, y por eso hacemos canciones de tres minutos, pero si nos apetece hacer una de siete, lo hacemos también.

P E incluso os permitís temas como «Looking for you» con un par de solos de guitarra, campanas, coros de niños...

R Esa canción, cuando empezamos a tocarla, me volvía loco, la oía como una nana y me recordaba a «You can't always get what you want» de los Rolling. Yo quería una cosa parecida. Así que contacté con un amigo compositor que vive en Seattle para que hiciese los arreglos de cuerdas, y resulta que su madre es la directora del Coro Infantil de Seattle y en dos días me hizo el arreglo del coro. A Mateo le pareció una exageración y tuve que luchar mucho para que no me quitara a los niños, pero al final han salido.

P ¿Tu relación con Mateo ha cambiado mucho en este tiempo?

R Yo creo que ha ido a mejor, pero no solo la nuestra en común sino la que tenemos los dos con otra gente. Salvo alguna excepción, hemos aprendido a tener más empatía. Si ahora mismo nos dices que podríamos volver atrás 30 años, te mandaríamos a la mierda.