l biólogo y ornitólogo Virgilio Beltrán, aplaudía en redes las magníficas fotos de Yanina Maggiotto hechas a los chorlitejos patinegros y charrancitos en el Estany de Pujol, pero también se llevaba las manos a la cabeza, ante la actitud invasora del humano. Nidos y crías y el propio hábitat destruidos impunemente, por hacerse un selfie, tumbarse a la bartola, dejar jugar a los niños en la orilla, o por la estúpida rebeldía de atravesar un cordón protector o ignorar un cartel informativo. El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que oiga, y el que tenga algo de masa gris que la use. El parque natural de la Albufera ofrece un espacio de una belleza única para apreciarla con los cinco sentidos. Descubrirla es casi una experiencia mística, y no hace falta pagar. Es muy posible que estemos ante los últimos coletazos de poder formar parte de entornos naturales con biodiversidad animal y vegetal. Si observamos zonas acordonadas o carteles avisadores ya sean dunares o junto a este lago, es por algo: hay vida gestándose y crías desarrollándose. A nuestro paso, los charrancitos nos gritan defendiendo a sus crías pero ¡ni nos enteramos! Tenemos la oportunidad de enseñar a nuestros hijos el ciclo de las aves, que son parte indispensable de la cadena trófica. Si a los mayores nos cuesta saber de naturaleza, recomiendo por lo menos, ver cine infantil de animales. Abren una puerta a la conciencia y tienen mensaje positivo. Dejemos de tontear con la vida y vivámosla con madurez antes de que la ignorancia acabe con todos y todas.