Navidad es sinónimo de compartir mesa y mantel. Turrones, polvorones, cordero, marisco, jamón... y todo regado de un buen vino. Y eso día tras días. El problema es que eso daña al sistema digestivo que, durante estos días, sufre de lo lindo. Así, los problemas más frecuentes durante estos días son:

Acidez y ardor en Navidad

Suelen ir de la mano, pues se producen por el mismo motivo: un exceso de ácido en el estómago. Después de una comida copiosa, el estómago trabaja más de lo habitual y llega a producir más ácido de lo normal. La acidez son las molestias que ese exceso causa en la parte alta del abdomen. Es habitual que el dolor se acentúe al agacharse o recostarse. Además, es posible que los ácidos lleguen hasta el esófago. Este órgano cuenta con una válvula (llamada cardias) que se cierra para evitar que los jugos del estómago lleguen a la garganta; sin embargo, en algunas ocasiones, esa válvula no cierra adecuadamente (por ejemplo, si hay un exceso de ácido tras una digestión pesada). Cuando los ácidos llegan a la garganta, notamos esa sensación de quemazón, tanto en la garganta como en el pecho, que es lo que se denomina ardor.

Reflujo y gases en Navidad

Después de una comida abundante, es posible tener un sabor agrio en la boca, una sensación similar a como si la comida volviese desde el estómago. Esta molestia, junto con la acidez y el ardor, suele ser algo puntual. Por otra parte, como hablamos mientras comemos y bebemos, y eso implica tragar mucho aire. Ese exceso de aire se acumula en el esófago y tiene que salir a través de los eructos. Por su parte, las flatulencias son comunes cuando se toman ciertos alimentos o las bebidas gaseosas.

Náuseas en Navidad

En ocasiones, el escape de los ácidos del estómago hacia el esófago puede producir ganas de vomitar. Hay otros motivos por los que aparecen, como una intoxicación alimentaria, una alergia o intolerancia a algún ingrediente.

Hipo en Navidad

Es una molestia en la parte superior del abdomen acompañada de la sensación constante de tener el estómago lleno, incluso aunque no hayamos comido demasiado. La indigestión también suele acompañarse de acidez y náuseas.

Intoxicaciones en Navidad

Son contracciones involuntarias del diafragma, un músculo situado en el abdomen. Tragar demasiado aire, tomar alcohol o bebidas gaseosas o comer mucho son algunos de los factores que lo producen.

Empachos en Navidad

Mariscos, pescados crudos y carnes poco cocinadas son las comidas más afectadas por virus, bacterias y parásitos, por lo que siempre es recomendable que seamos nosotros los que cocinemos o cozamos los mariscos, congelemos los pescados y nos aseguremos de que las carnes están bien hechas

Lo suelen provocar alimentos con mucha grasa, carnes, frituras, dulces, el alcohol y las bebidas gaseosas. Los síntomas van desde dolor estomacal, acidez, gases, estreñimiento, diarrea, vientre hinchado, falta de apetito e incluso vómitos.

Todos estos problemas digestivos suelen ser leves, pero muy molestos. Para evitarlos y disfrutar de unas deliciosas fiestas, los expertos de DosFarma han recopilado algunos consejos sencillos para prevenir estos problemas y poder saborear cada plato de estas navidades.

Comer lento

Uno de los principales motivos por los que aparecen molestias digestivas es por comer muy rápido. Una buena digestión comienza en la boca, donde la saliva se mezcla con los alimentos. La saliva contiene una enzima llamada amilasa, que es la encargada de comenzar con la descomposición de los alimentos; si no masticamos el tiempo suficiente, el estómago tendrá que esforzarse más para suplir el trabajo que no ha podido hacer la saliva. Eso implica que producirá más ácido, por lo que aumenta el riesgo de acidez y ardor. Por otro lado, al comer despacio, siendo conscientes de masticar bien, nos damos cuenta de qué estamos comiendo y cuánto. La Navidad es una época de excesos, pero no siempre es apropiado sumar más calorías al organismo. Para evitar pasarnos, lo mejor es masticar sin prisas y estar en un entorno tranquilo. Hay que evitar hablar a comer para no tragar más aire del necesario en cada bocado. Por el mismo motivo también debe evitarse fumar durante las comidas.

No comer demasiado en Navidad

Es preferible repetir a llenarnos el plato y comerlo todo, tenemos que pensar en todo lo que nos queda por delante y no comer con los ojos.

No cenar muy tarde en Navidad

Conforme se acerca la noche, las hormonas que se encargan de digerir los azúcares y los hidratos de carbono disminuyen. Eso implica que, si hacemos una gran cena muy tarde, el organismo tendrá más dificultades para digerirla, lo que puede desembocar en gases o indigestión. Lo ideal es dejar entre una hora y media o dos horas y media entre la cena y la hora de dormir.

Algunos alimentos pueden provocar acidez, como el picante, la cebolla, los cítricos, el tomate, el alcohol, las bebidas con cafeína o gaseosas o las comidas fritas o con mucha grasa. No significa que no se deban tomar, pero sí debe hacerse con mesura. Igualmente, para evitar las flatulencias es recomendable no abusar de los alimentos anteriormente comentados. Es importante evitar los alimentos muy calientes ya que pueden irritar las paredes del estómago. Es mejor esperar un poco a que se templen.

La ropa ajustada y los cinturones apretados presionan la zona abdominal y pueden empeorar los problemas del estómago. No es necesario ir al gimnasio después de comer, pero una buena forma de quemar calorías y ayudar a la digestión es da un pequeño paseo después de las comidas.

Una forma natural de paliar las molestias de una comida copiosa es con una infusión digestiva. Algunas de las más efectivas son la manzanilla, el regaliz, el jengibre, la menta, el anís o el hinojo. Igualmente, el bicarbonato de sodio con limón antes de las comidas ayuda al funcionamiento del sistema digestivo, para facilitar la digestión y evitar los gases y la acidez. Es muy útil tomar alimentos que contengan probióticos, unos microorganismos que fortalecen el sistema inmunitario, restauran la flora intestinal y favorecen las digetión, como los yogures con bífidus.