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La idea original de «quiZÁS!»., el espectáculo con el que cierra la temporada la Sal Russafa, podría resumirse en la necesidad de volver a poner a las personas en el centro, de convertirlas en el eje de un mundo cada vez más deshumanizado¡

Catorce bailarinas formanparte del espectáculo «quiZÁS!».levante-emv

Catorce bailarinas formanparte del espectáculo «quiZÁS!».levante-emv / POR AB

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Catorce bailarinas, miembros del alumnado del taller de Teatro Clásico, interpretan unas coreografías que parten de las propuestas del coreógrafo y bailarín Toni Aparisie en quiZÁS!, el espectáculo con el que la sala Russafa cierra la temporada. «Trabajar con este grupo es muy fácil y, de alguna manera, me reconcilia a nivel pedagógico con el sector. Es un grupo que está dispuesto a recibir ideas y a aportar lo que les sugieren. A lo largo de todo el curso van aprendiendo y creando en común, por lo que gran parte del material coreográfico es suyo. Y encaja perfectamente con lo que queremos transmitir en esta pieza», explica el director y docente.

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La idea original de quiZÁS! podría resumirse en la necesidad de volver a poner a las personas en el centro, de convertirlas de nuevo en el eje del mundo, cada vez más deshumanizado y desnaturalizado. «Los poderes económicos, energéticos, tecnológicos, o políticos están desplazando al ser humano. Y es fácil encontrarse con individuos que se sienten perdidos, desubicados en sus estudios o trabajo, en su familia, en su ciudad…», comenta Aparisi. Esos sentimientos afloran en un espectáculo que muestra cómo podría ser una comunidad más humana y colaborativa.

Acompañadas por alegres músicas centroamericanas, pero también al son de composiciones más minimalistas y experimentales, las bailarinas Ana Gimeno, Rocío Chico, Laura Gómez, M. Carmen Giménez, Paula Garibo, Carmen Bort, Majo Mirasol, Nuria Olmedo, Elena López, Marta Chust Jaén, Kika Garcelán, Carmen Comes, Laia Blasco y Lola Ramos suben al escenario.

Llevan vestidos veraniegos vaporosos y a veces portan tocados frutales, al estilo de Carmen Miranda, enfatizando la alegría y el sentido del humor que tienen cabida en las coreografías. Ayudándose unas a otras, van buscando o regresando al centro de la escena en una pieza amable, que reivindica el vitalismo y la comunidad, tratando de devolver a las personas al protagonismo que merecen.