En busca de la pureza del vino

Víctor Marqués dirige desde 2017 el proyecto LoAlto, una finca de 60 hectáreas de viñedo considerada como una de las mejores firmas vitícolas de la Comunitat Valenciana. Allí, el enólogo de Chiva estudia suelos, clima y todo lo que influye en la uva en busca de la pureza del vino.

Víctor Marqués cata unas uvas en una de las parcelas de Lo Alto

Víctor Marqués cata unas uvas en una de las parcelas de Lo Alto / Urban

Vicente Morcillo

Vicente Morcillo

Con 48 años, ha pasado más de la mitad de su vida elaborando vino, vendimia tras vendimia, desde que tenía 16. El enólogo Víctor Marqués cuenta con una trayectoria que le ha llevado a gestionar bodegas de gran volumen como Vicente Gandía o Murviedro y a desarrollar experiencias vitales entorno al vino en Celler del Roure o LoAlto, donde dirige una de las fincas vitivinícolas de mayor valor de toda la Comunitat Valenciana, ahora en manos del grupo suizo Schenk, matriz de la también valenciana Bodegas Murviedro.

Asegura que la vida le cambió cuando en 2017 tomó las riendas de LoAlto tras seis años gestionando la producción en Murviedro. «En mi etapa en Celler del Roure descubrí el valor de la tierra y lo autóctono y la importancia de conocer el terruño para poder tomar decisiones que sirviesen para hace vinos más sinceros y personales. Cuando me plantearon dirigir LoAlto fue como volver a ese origen, como mi proyecto de vida. Aquí me han dado la oportunidad de desarrollar todo lo que he aprendido en estos años, con total autonomía para aplicar una visión de lo que yo entiendo que es el mundo del vino». 

Para el enólogo de Chiva, la esencia de LoAlto se argumenta en tres factores: el histórico (la finca era hace siglos una pedanía habitada en el término municipal de Venta del Moro), el edafológico (roca madre de tipo calcáreo y tierras arcillosas que confluyen en una mayor finura en los vinos) y el varietal (viñedos viejos de Bobal, Garnacha, Tardana y otras castas de ciclo medio y largo que se adaptan mejor al cambio climático). Hace unas semanas han presentado la nueva linea de vinos LoAlto, con los que Marqués no cree haber encontrado todavía «la pureza del vino, aunque estos nuevos vinos suponen un pasito más. Hemos dado un salto cualitativo muy importantes, pero pienso que lo mejor aún está por llegar». El enólogo añade que «ahora cuando cato los vinos ya comienzo a diferenciar parcelas pero todavía queda mucho trabajo de cata de suelos para conseguir mayor tipicidad en cada botella».

Aunque todos sus vinos son como hijos para él, no puede ocultar sentir especial predilección por el Garnacha Blanca, una de las etiquetas que más han sorprendido en esta nueva etapa. «Es un vino que refleja muy bien el espíritu de LoAlto, vinos con alma, de aromas frutales, cremosos pero a la vez crujientes en boca», afirma Víctor.

Pasa la mayor parte del año en el viñedo, pero Marqués termina de definir sus vinos en bodega con unas cuidadas crianzas basadas en fudres de roble de gran capacidad y depósitos de hormigón, buscando recipientes que permitan la micro oxigenación sin llegar a enmascarar los aromas y sabores primarios del vino. «Criar los vinos en recipientes grandes es una constante en el arco Mediterráneo y aquí creo que nos da una personalidad muy marcada. Este clima nos da buena madurez, buena concentración, y dentro de ello tiene que prevalecer la frescura, que no sean pesados ni dulzones. Con esta manera de entender la crianza predomina la tipicidad de la uva y la parcela», destaca el enólogo. 

LoAlto sigue creciendo al mismo ritmo que lo hace su enólogo. Mazán, Rocha o Trena han dado paso a los monovarietales de Tardana, Bobal y Garnacha y los Parcela Los Álamos y Parcela Los Guindal, vinos que ya hablan de un paisaje, una finca, un terroir único que todavía tiene mucho que decir, porque Víctor Marqués sigue asomándose a cada parcela, cada viñedo, en busca de la pureza del vino.