­La tarea titánica de Cesare Prandelli consiste en devolver al Valencia al lugar que ocupó hace algo más de 10 años, cuando era un ejemplo para todos, incluido su rival ayer en Mestalla, el Atlético, en un duelo por la primacía del bronce en el fútbol español dirimida durante casi un siglo. Hoy el Atlético se ha disparado y está, en la clasificación histórica de la Liga, a 33 puntos de ventaja sobre el Valencia, despeñado en gestiones demenciales acompañadas de pésimas elecciones de entrenadores. En el extremo contrario, el club colchonero se ha subido a lomos de un técnico mayúsculo, Simeone, primero para enjugarle la primacía al Valencia y después dejarlo a rebufo, ahora mismo a una distancia sideral.

La triste realidad para el Valencia en el partido de ayer por la mañana en Mestalla fue constatar que, con un esfuerzo descomunal de sus jugadores y una acertada dirección de Voro desde el banquillo, el Atlético le remató 10 veces a puerta, exigió a una actuación heroica del portero Diego Alves, que detuvo dos penaltis, y se marchó con una victoria incuestionable. En su cuarta despedida como técnico del primer equipo, Voro no tenía nada que reprocharse ni nada que reprochar a sus futbolistas. Cuando el partido estuvo dividido, 0-0 en el arranque del segundo tiempo, Simeone dio entrada a Carrasco y a Torres y se acabó la discusión. En el 0-1 intervinieron los dos jugadores recién entrados: desborde de Carrasco, remate cruzado de Torres, que ya había marcado el año anterior, y remache de Griezmann tras el rechazo de Alves.

Desde la tribuna de Mestalla, el recién aterrizado Prandelli puso comprobar las deficiencias de una plantilla hecha a brochazos en verano pasado por las decisiones recaudatorias de Lim y por las tensiones entre el director deportivo y el entrenador.

Defensa y portería

La parada del primer penalti de Alves fue antológica: a media altura y a mano cambiada, el meta brasileño desvió con la mano izquierda el disparo potente de Griezmann. Eso, y el segundo penalti parado a Gabi, refuerzan la figura y el liderazgo de Alves, lastrado en este arranque del campeonato por muchas dudas tras el intento frustrado del club por traspasarlo. La zaga ha mejorado con Voro en el banquillo en estas tres últimas jornadas (sobre todo los centrales), pero sigue dejando mucho que desear. Despistes de los laterales que no cierran como deben (Montoya en el primer gol del Atlético), carencias técnicas de los centrales, los laterales que llegan tarde en las ayudas... Tampoco es muy normal cometer dos penaltis en un solo partido por mucho que el primer no lo fue (apenas un empujoncito de Nani a Correa), pero sí el segundo: Mario Suárez atropelló a Griezmann.

Medio del campo

Mario Suárez sigue lejos de la forma que lo convirtió en un pilar de Simeone durante cuatro temporadas en el Atlético. Le falta físico para aguantar un ritmo alto y el equipo lo acusa, sobre todo porque no hay recambio (Enzo Pérez ya se encargó de recordar que él no es mediocentro sino «mediapunta»). El 6 es uno de los refuerzos que pedirá Prandelli para el mercado de invierno. Enzo da la cara en funciones defensivas y ayer contó con un Parejo notable para salir de las emboscadas y enlazar con Nani.

Delantera

La falta de un 9 es un clamor. No son goleadores ni rematadores natos Munir, Santi Mina, Rodrigo ni Nani. El extremo portugués, que acabó con molestias musculares, fue el más desequilibrante del Valencia por su potencia y habilidad, pero el equipo echa en falta un cazagoles para los centros como, por ejemplo, el de Bakkali a última hora, rematado sin contundencia por Mangala (que estaba cojo). La comparación con el Atlético (Griezmann, Torres y Gameiro, que remachó el partido en una contra) es dolorosa para el valencianismo.