El Villarreal-Valencia se presenta cargado de morbo y recompensa. El destino ha querido que el conjunto de Marcelino García Toral, después de desperdiciar tres bolas de partido, pueda rubricar su pase a la Liga de Campeones en el estadio de la Cerámica. El técnico asturiano regresa por primera vez a un escenario del que se marchó clasificando a los amarillos para la máxima competición continental. Un éxito que no pudo disfrutar al ser destituido por Fernando Roig antes de disputar. Los logros deportivos no evitaron el deterioro de la relación con la directiva del club.

Volver al viejo Madrigal para coronar a un nuevo equipo en Champions podría entenderse como una venganza fríamente ejecutada. Pero de la boca de Marcelino ayer no salió ningún mensaje tenso. «Quienes me conocen saben que no soy una persona rencorosa», afirmaba ayer el técnico, que no obvió que su salida del «submarino» se debió a «desavenencias» con la dirección. La tensión es públicamente conocida y recíproca. Basta recordar la entrevista concedida por José Manuel Llaneza a Levante-EMV el pasado mes de junio: «Marcelino es un gran entrenador, pero una persona complicada». Ayer, Marcelino se quedaba con el recuerdo grato de lo vivido en el césped: «Miro muy poco atrás, al pasado. Viví una etapa extraordinaria, me trataron muy bien las personas de dentro del club y la afición. Me quedo con todo lo bueno que me tocó vivir allí, surgió un desencuentro y nada más. La parte dirigente como suele ocurrir con los entrenadores toma decisiones y, en este caso, decidió prescindir de mí. No tuvimos la oportunidad de jugar la previa de Champions pero si todo va bien podré jugarla la próxima temporada», deseó en voz alta.

Preguntado por las causas del desencuentro con Roig, prefirió «no entrar en detalles». «Viví casi cuatro años allí, conviví, pasamos de estar en mitad de la tabla en segunda división a dejar al equipo a las puertas de Champions, con unas semifinales de Europa League y otra de Copa. Eso es con lo que me quedo».

En Vila-real, Marcelino levantó a un equipo desde la Segunda división a la entrada en Champions. En Mestalla el puerto de llegada ha sido el mismo, pero con una ruta más exigente, en opinión del técnico: «Creo que es más difícil lo conseguido aquí. Han sido diez meses, no llega a un año, con equipos muy consolidados enfrente. Algunos de los rivales directos tienen inversiones económicas muy fuertes. Aquello fue en un proceso de tres temporadas y media. Esto tiene muchísimo mérito por lo que han hecho los futbolistas. No creo que haya muchas situaciones así en las grandes ligas, tal vez solo el Leicester».

Alineación de gala

El Valencia entrenó ayer con todos sus efectivos a excepción del lesionado Coquelin, por lo que podrá disponer de su equipo de gala. Enfrente va a tener un contrincante que, con Calleja en el banquillo, ha acentuado la filosofía de velocidad y verticalidad que instaurara Marcelino, cuyo legado se ha impuesto al anterior fútbol asociativo de Pellegrini. Fiel a su visión pragmática, Marcelino espera que el Betis no gane horas antes en San Mamés y jugar ante el Villarreal con los deberes hechos: «Siempre prefiero que los rivales no ganen. Si pierden o empatan bienvenido sea pero independientemente de cómo queden, que es lo que siempre deseamos, nuestra idea es afrontar este partido para ganarlo. Si logramos un resultado favorable no dependemos de nadie y somos equipo Champions». El Villarreal, por su parte, puede dejar encarrilado su pase a la Liga Europa en caso de victoria.