La guerra de nervios de San Mamés entre Athletic Club y Valencia se decantó con el enésimo empate de ambos conjuntos en este campeonato, tras un partido titubeante, rebosante de interrupciones y de dudas. A los puntos, el equipo de Marcelino estuvo más cerca del triunfo, con pocas pero claras oportunidades, a cargo de Batshuayi y Gameiro, en el tramo final. Pero esa es una lectura que ya no reconforta tras sumar las octavas tablas en solo diez partidos, ni tampoco justifica la realidad que marca la clasificación, típica de un conjunto anclado en la mediocridad.

El estado de necesidad y nerviosismo contagió una primera parte de ritmo vacilante, dominada por las dudas en los dos equipos, que se tradujeron en un aluvión de faltas y tarjetas, tres de ellas para el Valencia CF, con Vezo, Soler y Batshuayi amonestados. El Athletic solo tardó 42 segundos en probar el primer disparo, en un doble intento de Ander Capa al que respondió con seguridad Neto. En San Mamés llovía en fuertes rachas intermitentes y el partido iba tomando un tono físico ideal para futbolistas como Kondogbia, Coquelin y Batshuayi. El delantero belga peleaba, iba al choque con Íñigo Martínez y generaba ataques en superioridad, aunque a veces fuese pasado de revoluciones.

En el minuto 17, Batshuayi tuvo la llave para abrir el partido. El batallador Coquelin, ubicado por Marcelino como interior izquierdo, le sirvió un pase en profundidad exquisito y Batshuayi se quedó en un dos contra uno, acompañado por Rodrigo. El jugador cedido por el Chelsea tenía dos opciones: romperla en el remate o regalarle el gol a Rodrigo, pero optó por una tercera e incomprensible alternativa, cruzar muy flojo ante la salida de Herrerín, que no tuvo problemas para atrapar la pelota.

Mientras Parejo y Rodrigo, titulares indiscutidos para Marcelino, se desdibujaban con pases erráticos, el Valencia respiraba con las carreras poderosas de Gayà (le provocó una tarjeta a Ander Capa), y con alguna conducción de Kondogbia, autor de otra oportunidad con un disparo seco que se marchó fuera, pegado al palo. La pelota rozó la parte externa de la red y creó un efecto óptico, de falso gol, en el medio millar de aficionados valencianistas que cruzaron en coche un país lluvioso.

Daba la sensación, por la insguridad del Athletic y el run-rún de San Mamés, que el Valencia podía asaltar la victoria. En los locales, Raúl García enredaba de forma canchera buscando la segunda amarilla a Vezo, pero poco más.

Quien se provocó, a si mismo, una cartulina fue Batshuayi, con una larga y prescindible al linier. Una actitud infantil que le valió ser castigado por Marcelino con su sustitución al descanso.

El Athletic se sentía con más vida y Mikel Rico resucitó a la grada con un remate en plancha que se marchó fuera. Por momentos el Valencia parecía poseído por el síndrome de Berna, llegando tarde a todos los duelos y encerrado en su área. Gayà le robaba un remate de gol a Aduriz. Los intentos de los locales eran más constantes al perder el Valencia el poder imantador de Batshuayi (Gameiro ataca al espacio) para proteger la pelota de espaldas a portería.

Soler corta la crisis, con una triangulación que acabó en una carga no punible de Yeray a Parejo. Se decidió que fuese saque de esquina y Vezo conectó un cabezazo fuerte, pero alto. Volvió a arreciar la lluvia y Gameiro tuvo una aproximación, pero no conectó un remate de espuela. El Athletic, bajo el diluvio, volvió a su receta original de centros laterales y balones peinados que el Valencia iba despejado conforme podía.

En el minuto 78 llegó la polémica, con el gol anulado por fuera de juego, previa consulta de VAR, a Gameiro. La jugada vino precedida con unas posibles manos, y un posterior remate al larguero de Rodrigo. El Valencia llegó entero al desenlace, con Gameiro muy activo, pero la última fue del Athletic, con una providencial parada de Neto a disparo de Raúl García en tiempo de descuento.

Urgen soluciones y Marcelino no parece tenerlas claras, al no apurar de nuevo las tres sustituciones disponibles.