Solo un repentino estruendo de reggeaton que salió del vestuario del Sporting, pegado a la sala de prensa de El Molinón, interrumpió durante breves segundos la proclama de Marcelino García Toral tras perder en la ida de octavos de final de Copa frente al Sporting: «Nadie me verá tirar la toalla, jamás. Jamás, jamás, tiraré la toalla». Era el ocho de enero y el técnico asturiano ya llevaba semanas escuchando esa pregunta. Su reiterado «no», con el equipo sin reaccionar en resultados, sonaba más a un acto de fe que a una esperanza tangible.

Un més después, el Valencia está en semifinales de la Copa del Rey y el objetivo de clasificarse para la próxima Liga de Campeones queda a seis puntos, con casi toda la segunda vuelta por delante. Entre medias, ha habido momentos cruciales. El 1-1 del 12 de enero contra el Valladolid, bastante injusto, dejaba expuesto a Marcelino ante la cumbre de Singapur en la que Peter Lim iba a pedir explicaciones a Anil Murthy y Mateu Alemany por la larga crisis del club. En esas difíciles horas, al entrenador le sostuvo la grada de Mestalla, que no pidió su salida, y sobre todo el equipo. Los dos aliados en los que se apoyó Marcelino en la primera pretemporada en Évian-les-Bains, Parejo y Rodrigo, fueron en su socorro. El capitán abrazó a su técnico en la celebración del gol al Valladolid. «No se toca» era el mensaje. Meriton no se veía con el suficiente viento favorable para ejecutar un relevo.

Fue una reacción de la grada, que en el duelo de vuelta de cuartos frente al Getafe acabó empequeñeciendo al conjunto madrileño, incluso cuando en tiempo de descuento faltaban dos goles milagrosos. Y fue una reacción de jugadores. Del mencionado Rodrigo, que, después de una primera vuelta de sequía, ha vuelto a marcar goles y exhibir su mejor repertorio de combinaciones, giros y asistencias. De Neto, con intervenciones salvadoras en casi todos los partidos. Del coraje guerrero de Paulista en defensa, de la explosión juvenil de Ferran Torres y Kang In Lee, de la constancia de un Gameiro decisivo en muchos goles. De esa mezcla salieron tres remontadas seguidas frente a Sporting, Celta y (especialmente heroica) ante el Getafe, que catapultaron el ánimo para visitar el Camp Nou y tutear a un FC Barcelona salvado por el genio de Leo Messi. Es el mejor momento y vuelven Kondogbia y Guedes para fortalecer una base alimentada a su vez con Sobrino y Roncaglia, complementos de un bloque que despega.