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Análisis

El Valencia acaba como un tiro

El equipo de Marcelino ha marcado el 30 % de los goles en los últimos quince minutos de partido, en los que ha sumado 10 puntos - La fortaleza física y mental del bloque es la clave

El Valencia acaba como un tiro

Levantarse de la butaca y abandonar el estadio en el minuto 80. O cerrar el texto de una crónica a falta de cinco minutos y estar pendiente del silbatazo final para darle a «enviar» el mail. Estos son de los dos errores más frecuentes que en la presente temporada han caído tanto los aficionados como los periodistas, con el Valencia de por medio. En los 15 últimos se concentran alegrías y giros de guión. A pesar de no haberse destacado como un equipo de exuberancia goleadora, nueve tantos, un 30 % del total, han llegado en el último cuarto de hora. Y lo que es mejor, esos goles postreros han servido para sumar diez puntos en la clasificación. Representan la diferencia entre estar luchando por entrar en Liga Europa y no hacerlo por el descenso. La tónica no ha sido exclusiva de LaLiga y se ha exportado también a la Copa. Contra el Getafe y contra el Betis se gestaron remontadas en los instantes finales, claves para llevar al Valencia a la final.

Los goles a última hora demuestran una evidencia: la fortaleza física pero sobre todo mental del Valencia para llegar entero a los minutos finales y no resignarse a conformarse con un marcador igualado o en contra.

El primer ejemplo sucedió frente al Leganés en casa. José Luis Gayà, todo orgullo, se rebeló contra el 0-1 y acabó empatando el partido en el minuto 85 y salvando un punto. En la visita a Getafe, Parejo transformaba en el minuto 81 un penalti, VAR mediante, cometido sobre Gameiro. Un gol que valió para sumar dos puntos más en el enredado 0-0 que pintaba el encuentro. En Mestalla, contra el Sevilla, Diakhaby marcaba de cabeza en el minuto 92 y empataba sobre la bocina. Se sumaba un punto que evitaba una derrota de graves consecuencias.

En la última jornada antes de Navidad, Cristiano Piccini marcaba en el tiempo de descuento ante el Huesca el desesperado gol que deshizo el 1-1 y probablemente evitó la destitución de Marcelino. La celebración, con todo el equipo y el banquillo abrazado en una sola piña, pasa a ser uno de los picos emocionales del año.

Otro abrazo colectivo llegó en Balaídos, contra el Celta. Rodrigo marcaba el 1-2 en el minuto 84. Un triunfo clave para cambiar la dinámica clasificatoria del Valencia, que a partir de ese instante pasó a mirar más hacia Europa que a la zona peligrosa. El (pen)último capítulo llegó contra el Girona, con el robo rozando la falta de Kondogbia y el envío a la carrera de Ferran, que superó a Bono en velocidad y estableció el 2-3. El jugador de Foios estaba tan exhausto que no pudo ni celebrar el tanto, cosido a rampas musculares. Valía la pena con otros dos puntos añadidos de modo extremo.

Los goles ganadores en los últimos instantes han sido la tendencia, aunque también se han registrado tantos en la particular Zona Cesarini valencianista que han servido para redondear partidos plácidos, como ocurrió frente al Rayo, Villarreal y Athletic Club.

Cuatro goles recibidos

En la otra cara, cuatro son los goles que ha recibido el Valencia en ese mismo tramo de partido. Tres de ellos abortaron una victoria. Braithwaite (Leganés, minuto 89, 1-1), Rubén Alcaraz (Valladolid minuto 83, 1-1) y Iago Aspas (Celta minuto 82, 1-1).

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