Para que la operación de préstamo de Bryan Gil llegue a buen puerto, el Valencia, que pretende no pagar ninguna cantidad en concepto de cesión, debe convencer a quien es considerado el negociador más implacable y duro del fútbol mundial: Daniel Philip Levy (Essex, 1962). El dueño del Tottenham no sólo tiene la costumbre de salir vencedor de las conversaciones sino que, además, deja tocados a los interlocutores rivales. Sir Alex Ferguson lo describe en su libro Liderazgo al referirse a las negociaciones para fichar a Dimitar Berbatov, estrella de los Spurs, que acabaría marchándose a Old Trafford, solo después de unas charlas extenuantes: «Me dolió menos cuando me operaron de la cadera», sentenciaba Fergie. El exdirector ejecutivo del Dinamo de Zagreb, Zdravko Mamic, con motivo del traspaso de Luka Modric al Tottenham en 2008, pidió a Levy cinco camisetas del equipo londinense como recuerdo. Levy aceptó, a cambio de descontar el precio de las camisetas del montante de 21 millones en los que se había cerrado la operación.

Se conocen pocos ejemplos en los que el dueño del Tottenham dio su brazo a torcer. Y, curiosamente, uno de ellos sucedió con el Valencia de por medio. Fue en 2013, con el traspaso de Roberto Soldado al club de Londres, que tuvo que acabar pagando los 30 millones de la cláusula del delantero valenciano. Fue Amadeo Salvo quien logró disuadir a Levy en una operación que requirió de tiempo, variable que domina Levy (célebre es la expresión «Levy hour» en la última jornada de cada ventana de fichajes). Pero también de templanza y riesgo, el de llevar al límite las negociaciones y llegar a romperlas. El director deportivo del Tottenham, Franco Baldini, aterrizó en València con una oferta de 25 millones. En la reunión, en el hotel Meliá Cortes Valencianas, Salvo dio por liquidadas las negociaciones, enfureciendo a Levy. El Valencia tenía la certeza de que si Baldini, su hombre fuerte, se había desplazado a España era porque tenían pensado pagar los 30 «kilos» de cláusula. Los de Mestalla sí accedieron a negociar la forma de pago.

La negociación se cerró por teléfono, mientras Salvo volvía de una reunión de LaLiga en Barcelona. En el trayecto se cortaba la señal, circunstancia que contrarió a un Levy muy directo en su oratoria. Con Salvo parado en un área de servicio de la autopista, llegó el pacto. La pretensión del técnico Villas-Boas era la de fichar sí o sí a Soldado. El Valencia no bajó el precio, pero el acuerdo fue rápido con la forma de pago por la exuberante solvencia financiera del Tottenham. De una negociación durísima, quedó una amistad que sigue a día de hoy. Semanas después, en el restaurante Cipriani de Miami, durante la celebración del torneo de verano Guinness al que estaba invitado el Valencia, el representante del Everton no pudo reprimir la pregunta a Salvo: «¿Cómo lograste que Levy pagase una cláusula?». La operación de Bryan Gil es de mucho menor relieve, pero el Valencia debe saber que Levy peleará hasta el último penique.