Los criterios de antigüedad y fidelidad en la asistencia serán los que primen en el Valencia CF a la hora de repartir las entradas para la final de la Copa del Rey del próximo 23 de abril contra el Betis en Sevilla. Así se deja entrever desde el club antes de que se produzca el anuncio oficial, con lo que se dará continuidad, a grandes rasgos, al método empleado en 2019 en la final contra el Barcelona, con el paralelismo entre los aforos entre el Benito Villamarín y el estadio de la Cartuja. De este modo, el Valencia deberá repartir alrededor de 21.000 entradas, después del acuerdo negociado con la Federación Española de Fútbol (RFEF), que entregará el 40% del total a cada afición.

Cabe recordar que en 2019 se efectuaron dos sorteos. En el primero entraron los abonados con más de cinco años de antigüedad y que hubiesen acudido al 85% de los encuentros. En el siguiente sorteo entraron aquellos que cumplían una de las dos condiciones mencionadas. En los próximos días, el Valencia deberá desvelar algunos nuevos interrogantes originados en los últimos años, con la pandemia de por medio. Es decir, el club deberá aclarar si habrá diferenciación de prioridad entre socios, entre los 6.000 abonados que renunciaron al importe de devolución del descuento de su abono cuando se debía jugar a puerta cerrada o los que exigieron el derecho del reembolso del importe correspondiente de su pase. En 2019, además, a la Agrupación de Peñas le correspondió un montante de 3.400 entradas en virtud de un convenio ya extinguido por la postura crítica del colectivo con Peter Lim.

La clasificación para la final de dos clubes con una numerosa masa social ha propiciado una demanda de entradas muy elevada, que el aforo de la Cartuja no va a poder absorber. Es por ese motivo que la Agrupación de Peñas del Valencia y la Federación de Peñas del Betis, emitieron ayer un comunicado conjunto para reclamar un porcentaje mayor de entradas para cada afición, al considerarse insuficientes las 21.000 que se otorgarán a cada club. Ambos colectivos consideran que los aficionados «son parte fundamental para la celebración de la final de Copa», por lo que creen que el porcentaje «se considera insuficiente». «Este año participarán dos de las aficiones más numerosas del país y entendemos que, si bien nunca se podría cubrir la demanda existente, sí que se debería priorizar a los aficionados frente a otros compromisos», añade la nota. En declaraciones a Àpunt, el presidente de las peñas blanquinegras, Fede Sagreras, afirmaba que una cantidad entre 22.000 y 23.000 localidades para cada hinchada, es decir, mil o dos mil entradas más de las asignadas, supondría «un bonito gesto» para las aficiones.

Con 42.000 entradas entre los dos equipos, la RFEF se quedaría con 10.000, unas 2.000 serían para la Junta de Andalucía y 3.000 se venderían a precios populares (30 euros) por su visibilidad reducida. Los precios irán desde los mencionados 30 euros a los 222 euros de los boletos más caros.