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e han cumplido ahora setenta años de la muerte del compositor valenciano Manuel Penella Moreno, quien marchó al otro Mundo con cincuenta y nueve de edad dejando tras sí una variada y elevada lista de composiciones, tanto teatrales como de canciones populares.

Penella había nacido en el barrio del Carmen -una lápida colocada hace cuatro lustros por la Sociedad de Autores evoca el lugar- en 1880; y la afición por la música la heredó de su padre, Manuel Penella Raga, fundador del Orfeón Valenciano tras haber cantado en el coro del Colegio del Patriarca y dirigir orfeones de distintas entidades valencianas.

Su hijo tuvo en el padre su primer maestro de música, pero después, en el conservatorio, tuvo de profesores a los maestros Ginera y Goñi, en composición y violín, respectivamente. Éste fue el instrumento que el futuro maestro Penella hubiera querido acariciar definitivamente, pero un accidente le destrozó un dedo de la mano, lo que le impidió seguir con el violín.

Tal vez esa molestia fue la que le impulsó a no abandonar su afición por la música, que enfocó hacia la composición. Y pronto alcanzó gran relieve, incluso siendo, casi un niño, estrenó en el Teatro Ruzafa su primera zarzuela, "La fiesta del pueblo", cuyo éxito le animó ya a dedicarse a esta creación.

En 1897, se embarcó hacia América con una compañía teatral, y ya descubrió que al otro lado del Atlántico tenía un porvenir seguro. Dirigió varias orquestas y hasta se hizo productor y empresario de teatro en Ecuador; pero tras seis años en aquel país decidió regresar a España.

Se sitúa en Valencia y estrena diversas zarzuelas, como "La última españolada", "Corpus Christi", "Día de Reyes", "España de pandereta" y otras varias.

El año 1917 -tenía ya 37 de edad- estrenó como autor también de la letra lo que fue calificado como auténtica ópera, "El gato montés", calificativo que también alcanzó su ópera -con música para instrumentos de cuerda totalmente- "Don Gil de Alcalá".

Descubridor de Conchita Piquer. Cuando Penella Moreno contaba 42 años, es decir, en 1922, regresó definitivamente a las Américas; pero este viaje tuvo un carácter especial: consiguió que la madre de Conchita Piquer López aceptara viajar -ella y su hija- con el renombrado maestro a México, donde el compositor tenía la seguridad de conseguir un éxito total. Y en Nueva York y en el país azteca consiguió que la tonadillera del barrio de Sagunto se colocara a la altura de las grandes figuras mundiales, interpretando -incluso en inglés, que aún no conocía- parte de "El gato montés", y la canción "El florero" se popularizó en seguida en ambas naciones.

Para la Piquer compuso Penella dos canciones muy de la tierra de origen: "La Maredeueta" -con letra de Santonja- y "En tierra extraña", letra del propio compositor, donde se canta la ilusión de un grupo de españoles en torno al pasodoble y al vino hispano bebido lejos de España.

Cuatro años permaneció Conchita en América; regresó en 1926, pero el maestro Penella permaneció en tierras americanas hasta que, en el año 1939 -ahora se han cumplido setenta- falleció en México y sus restos reposan en el cementerio de Cuernavaca.