La "dansà" está siendo escenario en los últimos años de una inesperada pasarela de moda. Porque la fallera mayor de Valencia y la corte de honor, se pongan lo que se pongan, marcan tendencia. Y este año volverá a ocurrir eso. La corte acudió ayer al taller de su indumentarista, Álvaro Moliner, a recoger un justillo.

"Lo ideal habría sido hacer un traje completo, pero poner a todo el mundo de acuerdo no es fácil. De cualquier modo, la combinación está bien teniendo: con las telas del segundo traje se le incorpora un justillo". Esto es, una especie de camisa, acompañada de un corpiño poco rígido y atado con cordones. El objetivo está claro: permitir que las chicas baile, puesto que cuando años atrás utilizaban los trajes del siglo XVIII, levantar los brazos se hacía bastante complicado, habida cuenta la rigidez de se modelo. La tela blanca está ribeteada con colores que son los mismos que cada pareja de falleras lleva como color de fondo de su falda. El año pasado, la corte de Marta Agustín optó por hacerse un traje completamente nuevo, pero de líneas muy sencillas. Estas iniciativas han contado en oacasiones con el propio inmovilismo de la Junta Central Fallera, desde donde se llegaba a decir que las falleras no destacan en la "dansà", algo obviamente irreal, puesto que las cámaras se centran en ellas y no en los grupos de baile que, obviamente, actúan con mucha mayor perfección técnica.

Onda en la cabeza

Todas ellas, además, irán peinadas igual y por ese motivo acudirán a Carles Ruiz para que les haga una onda, que acompañarán con una única peineta, sin rodetes, realizada por Castillo y con un diseño con dibujo hueco.

Cualquier cambio que se hace en la indumentaria encuentra entre los "gurús" de la indumentaria, con las más encendidas críticas y las más inquebrantables adhesiones. El traje con justillo es una simplificación que viene a ocupar el hueco que, décadas atrás, tenía el llamado traje "de huertana", mucho más sencillo que el de gala, y que fue decayendo con la paulatina entrada de los trajes del Siglo XVIII y con la proliferación de los blusones, que se convertían en el traje de auténtica "batalla". De todos modos, Álvaro Moliner asegura que "poco a poco, están volviendo a hacerse trajes de huertana porque tienen un espacio dentro del programa de festejos. No es un traje para grandes acontecimientos, eso está claro, pero para una "replegà" o para un acto de casal no viene nada mal".