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Si tu producto no es tradicional y autóctono no puedes venderlo en las calles de Valencia. Éste parece ser el criterio del ayuntamiento, que -según el empresario afectado- no concede las licencias para poner en marcha un negocio de venta ambulante de perritos calientes por no considerarlo "un alimento valenciano".

El responsable de la empresa es Pedro García, un joven de 20 años que lleva meses batallando por sacar adelante su compañía Perro Loco . Para intentar cumplir con la normativa de la manera más fiel posible, decidió emplear únicamente material fabricado en Valencia: desde la producción de los carritos, que se realiza en Picanya, a los panes, hechos expresamente en un horno de Patraix o las salchichas, también a cargo de una empresa local. Sin embargo, según Pedro, el consistorio sigue negándole los permisos por considerar que los perritos calientes son un producto "estadounidense o alemán" y no de origen autóctono. Otra de las razones aducidas por el ayuntamiento es la prohibición de la venta ambulante. Sin embargo, el empresario no entiende por qué, en ese caso, sí se permite vender en las calles de la ciudad horchata, castañas o mazorcas de maíz.

La fijación de Pedro por los perritos calientes comenzó cuando, de niño, descubrió un puesto de este tipo en un viaje a Gran Canaria. "Le dije a mi madre que quería ser vendedor de perritos para poder comérmelos todos los días", bromea. En sus siguientes viajes al extranjero seguía encontrando carritos similares en las grandes ciudades "y me encantaban".

La idea germinó en los siguientes años, y ya con 15, ideó un primer modelo de venta ambulante de esta internacional receta. Tras presentar la iniciativa a la Cámara de Comercio y recibir su visto bueno, Pedro comenzó el negocio con unos carritos que pretendía situar en las playas de la Malva-rosa y la Patacona. Ahí comenzó su primer conflicto con el Ayuntamiento de Valencia, que lo derivaba a la Delegación de Costas y ésta a su vez devolvía el expediente al consistorio.

También probó a instalarse en las puertas de los edificios de El Corte Inglés, pero, a pesar de haber conseguido el permiso de la gran superficie, recibió una nueva negativa del ayuntamiento.

Su último intento fue con los quioscos verdes, modelo Escorial, que están dispuestos en distintos lugares de Valencia y de los cuáles sólo dos se encuentran en funcionamiento. "Primero me dijeron que ya tenían las concesiones realizadas, pero estaban vacíos, y más tarde, que se los había quedado todos el ayuntamiento", denuncia. Similares problemas tuvo también en el aeropuerto y en las estaciones de tren y autobuses de Valencia.

"No sé a quién dirigirme"

"Ya no sé a quién dirigirme. Además como me ven joven y no tengo un padrino, ni un banco que me apoye, no me toman en serio y sólo puedo hablar con la gente de ventanillas", reclama García , quien reivindica que por cada punto de venta crea "dos puestos de trabajo".

El próximo verano lo intentará en Alicante y Benidorm, donde hay "un público extranjero que conoce la política de los perritos".

Pequeños locales

como alternativa

Ante la negativa del Ayuntamiento de Valencia a permitir la venta ambulante de perritos calientes, Pedro optó finalmente por adquirir pequeño locales donde ofrece los productos de su empresa, Perro Loco. El empresario ha introducido los carritos en el establecimiento, a modo de barra y mostrador y, además de perritos, se pueden adquirir también ensaladas y patatas fritas. De momento ya cuenta con una sede en Torrent, donde resalta el apoyo del consistorio y con otra en Valencia. Además, en febrero abrirá el tercer local de Perro Loco en la céntrica calle Bolsería. "Yo creo en mi proyecto", afirma.