Vecinos atrapados en el futuro bosque urbano del Cabanyal

En esta zona tiene que construirse un área de juegos infantiles

Vecinos atrapados en el futuro bosque urbano del Cabanyal

Vecinos atrapados en el futuro bosque urbano del Cabanyal / hortensia garcía. valència

Primero fue la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez y ahora el bosque urbano previsto en el encuentro de esta avenida con Serrería. La nueva puerta del Cabanyal cuyas obras y plantaciones avanzan y está previsto que acaben este año. Los propietarios de las dos únicas viviendas que sobrevieron en la calle Juan Mercader a los derribos del entorno de la Estación del Cabanyal impulsados por el gobierno de Rita Barberá se ven de nuevo amenazados por el fantasma de la expropiación. Sus viviendas quedan en la línea de la gran arboleda y la zona de juegos infantiles prevista a espaldas de la terminal ferroviaria.

Las viviendas de estilo modernista popular, aunque sin protección patrimonial, se encuentran de hecho fuera de ordenación. Lo estaban con el anterior plan de reforma (Pepri) de la prolongación de Blasco Ibáñez y lo siguen estando con el nuevo Plan Especial del Cabanyal (PEC), aunque este si contempla la posibilidad de salvarlas a través de la declaración de compatibilidad urbanística con la zona verde dado que las construcciones no ocuparían futuros viales. Una situación similar a la de otras muchas construcciones fuera de ordenación de la ciudad, entre ellas, las torres de apartamentos del Parque Natural de la Devesa, cuya arquitectura sobresale en el corazón del parque.

Pepi Gómez es la propietaria de una de las dos viviendas que han quedado dentro del bosque urbano. Se resiste, como su vecino, a marcharse, a vender o a permutar su casa por otra de titularidad municipal pero para rehabilitar, tal como le ofreció el anterior gobierno progresista. «Me ofrecieron una casa municipal en el barrio a cambio de la mía pero no podía asumir los 80.000 euros que me costaba arreglarla», explica Pepi, viuda y jubilada, que vive con su perra y se encarga de cuidar muchos días a sus nietos. Sabe que cualquier día puede recibir una notificación de expropiación del Ayuntamiento de València y que con lo que le den por su casa no podrá, tal como están los precios en València, acceder a nada, pero no quiere marcharse. «Crecí aquí y mi marido y yo luchamos con la plataforma («Salvem el Cabanyal») para que no tiraran nuestra casa». Cuando se derogó el plan de la prolongación le llegaron ofertas de compra, pero las rechazó. «Somos los últimos de Filipinas», comenta.

Confía en poder quedarse en su casa, ahora que con la reurbanización, afirma: «ganaríamos calidad de vida y podría incluso rehabilitarla». «Las viviendas atrapadas por el bosque urbano puede que no tengan gran valor arquitectónico pero son un símbolo de la historia del barrio», apuntan en la Asociación de Vecinos del Cabanyal.

Al otro lado de la calle Juan Mercader si se mantendrán en pie las viviendas existentes, entre ellas, la de Juan Manuel Benavent, propietario de un taller de mecánica que ha vivido lo mejor, cuando todo alrededor eran huertas y vida apacible, y lo peor del barrio, cuando se aprobó la prolongación de la avenida y todo iba para derribo y «esto era un desastre». En esta misma calle, al socaire de la regeneración urbanística se han abierto varios negocios, entre ellos, un gastrobar. «Esta zona se va a revalorizar mucho», apuntan los vecinos que viven rodeados de obras desde hace meses. La renaturalización del entorno de la estación se adjudicó hace ahora un año por más de 5 millones a Tecnología de la Construcción y Obras Públicas, con un plazo de ejecución aproximado de 8,5 meses, ya superado.

Suscríbete para seguir leyendo