La incorporación de una imagen de San José al recinto de la Plaza de la Virgen no supondrá ningún cambio en el desarrollo de la Ofrenda. Pero sí que supone, de alguna forma, reparar una injusticia histórica con el patrón de la fiesta. La imagen del patrón de la fiesta se colocará justo delante de uno de los retablos que se ponen en la fachada de la Basílica y que se llena con los restos variados de flores que se reciben en ese acto. Ahí es donde está previsto poner la imagen sobre un pedestal. Se trata de un San José bastante alto, que se elevará a más de dos metros de altura. Se prevé que los vestidores lo rodearán de flores de la forma más estética posible y que, así. cobre un protagonismo perdido con el paso de los años.

Ya no son ni «Fallas de San José»

El creciente gigantismo de la Ofrenda ha convertido al esposo de la Virgen en el gran olvidado. Hasta el punto que la Mare de Déu se ha convertido en el auténtico icono religioso de la fiesta. Ni siquiera la denominación le recuerda: antes eran las «Fallas de San José»; ahora son las «Fallas de Valencia».

El propio presidente de la Junta Central Fallera lo reconocía: «la iniciativa es cosa mía. Lo asumo como tal porque era una forma de hacerme eco de una realidad: San José merece un reconocimiento que hemos ido marginando sin querer entre todos».

En el programa oficial de festejos se incluye un homenaje en el Puente de San José en el que apenas las falleras mayores de Valencia, cortes de honor y una representación de la comisión Doctor Olóriz hacen una ofrenda a la imagen. Posteriormente se celebra una misa en la catedral. Nada en comparación a las veinte horas de Ofrenda que recibe la Virgen.

Las comisiones, y no todas, celebran una misa, mientras que el resto de actividad pasa a ser festiva: convites a las personas que se llaman José o Josefa.