Desde hace tiempo se asegura que con su segunda legislatura concluirá su mandato al frente de las fiestas de la ciudad. Y cuando se le pregunta al respecto, lo previsto: no decir nada: «yo estoy a disposición de la alcaldesa. No sé nada y así estamos todos. Es ella quien decide».

Eso sí, a la hora de hacer balance de estos ocho años hay que reconocerle que se ha comido un marrón tras otro: la crisis económica, con la reducción de ayudas, la normativa de fuegos artificiales que podía haber sido desastrosa para la fiesta, el recorte a los ingresos de la Junta Central Fallera, el 11M, el intento de plante de los pirotécnicos, la explosión de Azcárraga, la normativa de casales, el plante de la Federación de Sección Especial, la reducción en los días de montaje de las carpas, el lío del jurado de fallera mayor de Valencia de 2008... arregladito ha ido. Pero a la hora de quedarse con algo, se queda con la encuesta publicada por Levante-EMV en el «Extra de Fallas», en la que la práctica totalidad de presidentes le dan el visto bueno. «Es la mejor recompensa que he recibido y que demuestra, en todo caso, que he procurado estar encima de todos los problemas de las comisiones. Cualquiera sabe que hemos pisado la calle y que, en tiempos muy difíciles, hemos hecho de todo para satisfacer a los falleros.

Menos «cola» en la imagen

La cantidad de ramos entregados es la misma, pero no la de flores en cada ramo. Esto ha provocado que los vestidores hayan gestionado menos cantidad de pétalos. Suficientes de sobra para completar la imagen, pero se ha notado especialmente en lo corta que ha sido en esta ocasión la «cola» de la imagen, que en otras ocasiones era mucho más larga. Tambén se ha apreciado en la drástica reducción de canastillas: hubo 214, en contraste con las 241 del ejercicio anterior. Ayer mismo empezaron a robar parte de ese adorno.