Una orden judicial ha acabado con la resistencia de la mujer que se negaba a abandonar su casa y bloqueaba los derribos de las fincas donde debe ejecutarse la ampliación del IVAM, en la calle Beneficencia. La mujer apenas tuvo tiempo de recoger sus enseres personales antes de que las máquinas derribaran el edificio, el único que quedaba en pie. Ayer, la empresa responsable de las obras retiraba los escombros para dejar el solar completamente despejado.

Las fincas de la calle Beneficencia fueron expropiadas hace dos años por la Conselleria de Cultura para derribarlas y ampliar el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM). Los vecinos fueron realojados e indemnizados, pero una mujer, de nacionalidad boliviana, que tenía alquilada una vivienda en uno de estos edificios, se negó a aceptar los dos pisos que le ofrecieron y permanecía en la casa.

Eso no impidió que las máquinas empezaran a derribar las fincas hace dos meses, pero al llegar a estas viviendas tuvieron que parar a la espera de que se resolviera el realojo que pedía la mujer.

En declaraciones a este periódico explicó que las viviendas que le ofrecieron, una de ellas en el centro histórico y otra en Benimaclet, costaban casi 400 euros al mes, el doble de lo que pagaba en este lugar. Así pues, se negaba a dejar su casa, por la que una vez expropiada ya no pagaba nada, si no le ofrecían una que estuviera en torno a los 200 euros de alquiler.

El Instituto Valenciano de la Vivienda (IVVSA), que se ha encargado de los realojos, se negó a ello y se inició un proceso judicial que ha terminado con el desahucio. Según explicó la mujer, el agente judicial y la policía llegaron el lunes a la casa y le notificaron la orden de desalojo, dándole tiempo para recoge sus cosas más personales. Poco después, las máquinas procedieron al derribo de la finca.

Solar limpio para las catas

Ayer, los trabajos se centraban ya en la retirada de escombros y la previsión era dejar el solar limpio en los próximos días. Adecentarán también las paredes traseras del IVAM para que todo esté en condiciones antes del próximo paso, que será la entrada de los arqueólogos municipales para hacer las catas a las que obliga la ley urbanística.

La mujer desalojada, que vivía sola, se ha trasladado ahora a casa de un amigo y, según dice, no tiene dónde ir, porque ya no ha recibido ninguna nueva alternativa del Instituto de la Vivienda. Así pues, se está planteando junto con su abogada la posibilidad de reclamar judicialmente el realojo, cuestión ésta que aún no ha sido decidida, comentó.