Bajar o subir a o desde el cauce del río Turia en las inmediaciones de las Torres de Serranos resulta harto complicado. Y es que a las vallas que impedían el acceso en el puente de la Trinidad se han unido las del recientemente estrenado Pont de Fusta. En ambos casos, unas verjas impiden el paso de los viandantes por las escaleras que les llevarían al lecho del Turia.

En el caso del Pont de Fusta, una señal avisa a los peatones de que ese tramo todavía se encuentra en obras, a pesar del que el pasado nueve de abril la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá, inauguró la plataforma. El puente, que consta de una parte peatonal, de madera de teca, y otra para el tráfico, ha pasado la primera prueba, resistiendo a las más de 40.000 personas al día durante las fallas. Sin embargo, ninguna de esas miles de personas pudo hacer uso alguno de las escaleras que conectan el viaducto con el río, teniendo que llegarse hasta el puente de Serranos para disfrutar del jardín del Turia.

Barandillas polémicas

En el caso del puente de la Trinidad, la polémica viene de lejos. Tras la restauración de este histórico viaducto, que data del siglo XV, se incorporaron unas barandillas de hierro para garantizar la seguridad de los usuarios. Diferentes colectivos criticaron esta "invasión" del aspecto histórico, desde la oposición en el consistorio al Consell Valencià de Cultura (CVC).

El en su día concejal de Cultura, Vicente Igual, explicó que las dos escaleras reconstruidas en el puente medieval tenían "un problema " por lo que desde entonces, y ya van tres años, siguen sin abrirse al peatón. Son unas escaleras que recrean la estructura medieval original y "nunca van a poder cumplir con la normativa de seguridad". Prueba de ello son las vallas que a día de hoy continuan impidiendo su uso.