Las campanadas de medianoche dieron paso ayer al júbilo después de tres días de devoción, silencio y recogimiento. El Marítim acogió así el paso entre Sábado Santo y Domingo de Resurrección, que hoy vivirá su multitudinario desfile por la calle de la Reina a partir de las 13.00 horas.

La tradición "cabanyalera" establece que a medianoche, justo en el momento en que comienza la procesión de Gloria, realizada por la Santa Hermandad de la Muerte y Resurrección del Señor, los vecinos celebran el regreso a la vida de Jesucristo con tracas, lanzamientos desde los balcones de pozales de agua y de distintas piezas de vajilla de loza, tales como tazas o platos.

"Antes, la costumbre era lanzar las cazuelas de barro del arroz al horno, las que estaban resquebrajadas por el uso. A partir de las doce, si vienes al Cabanyal tienes que resguardarte debajo de los balcones", explicó a Levante-EMV Fina Martínez, vecina de los aledaños de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles que ayer por la tarde presenciaba junto a familiares y amigos la procesión del Santísimo Cristo Yaciente.

La marcha salió de esta iglesia alrededor de las 20.15 horas. El Cristo Yacente procesionó por la calle Pintor Ferrandis y plaza Virgen de Vallivana, se perdió por las estrechas calles de los Poblados Marítimos hasta volver a la plaza Nuestra Señora de los Ángeles. Casi al tiempo de terminar ésta, daba comienzo la procesión de la Cruz y el Sudario, en la parroquia de Santa María del Mar.

A las 24.00 horas, la procesión de Gloria bañó con el sonido de cornetas y tambores las calles del Marítimo. La Vigilia Pascual, que se celebra en cada parroquia, inició su ceremonia a oscuras, con la luz del Cirio Pascual, como metáfora del paso de la oscuridad a la luz que supone la Resurrección. En los domicilios donde durante toda la semana se han alojado las imágenes se cambia la decoración por una con tonos más blancos.