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El PP saca adelante un presupuesto lastrado por 112 millones de deuda

La oposición reprocha la mala gestión de estos años y la consiguiente caída de inversión y servicios

El pleno del Ayuntamiento de Valencia aprobó ayer con los votos del PP y duras críticas de la oposición unos presupuestos generales para 2014 en los que la partida más destacada es la de 112 millones de euros destinados al pago de la deuda, casi cuatro veces más de lo que se destina a inversión. El motivo, según admitió el concejal de Hacienda, Silvestre Senent, es el cumplimiento de la Ley de Estabilidad Presupuestaria y del Plan de Ajuste, por lo que no dudó en calificar las cuentas como «realistas, moderadas y responsables».

Para entender estos presupuestos hay que remontarse a los primeros meses del Gobierno de Mariano Rajoy, cuando decidió prestar dinero a los ayuntamientos para pagar a sus proveedores. De esta manera ponía orden en las cuentas municipales e inyectaba dinero en las pequeñas empresas, que eran las más perjudicadas por esa morosidad.

Valencia, la segunda ciudad más endeudada de España después de Madrid, pidió 183 millones para poner a cero sus deudas y, como contrapartida, se vio obligada a firmar un Plan de Ajuste que le impone acabar con la deuda en diez años, es decir, antes de 2022, y mantener el equilibrio presupuestario.

En ese marco, llegaron los presupuestos del año pasado y estos, donde la deuda, como no podía ser de otra forma, es la «estrella». Fue también, por tanto, la principal crítica de la oposición. Joan Calabuig, portavoz del PSPV, afeó al PP que se endeudara «cuando no tocaba» y ahora, con 100.000 parados en la ciudad, 1 de cada 4 niños por debajo del umbral de la pobreza y la Casa de la Caridad dando diez veces más comida que años atrás, no pueda invertir ni hacer políticas de empleo.

En su opinión, «este presupuesto no aporta nada nuevo». Muy al contrario, «el ayuntamiento deja de ser un actor en la economía para ser un mero gestor de servicios».

Para Joan Ribó, portavoz de Compromís, esos 112 millones de pago a los bancos «es el corsé de las malas prácticas económicas». «Estamos pagando sus fiestas, sus eventos. Esta es su herencia, una herencia perversa que ocasiona una bajada de inversiones y de servicios».

«Lo único bueno de estos presupuestos añadió la concejal de EUPV, Rosa Albert es que deja clara cual es su prioridad, pagar la deuda». «Y nosotros añadió no apoyaremos políticas de austericidio que se vuelcan con los bancos».

Frente a este aluvión de críticas, el concejal de Hacienda, Silvestre Senent, habló de presupuestos «realistas», acordes con el Plan de Ajuste, y enumeró en su favor las inversiones de la Generalitat y del Gobierno central. Exhibió, además, otras bondades de la contabilidad municipal como el hecho de no tener deudas con la Seguridad Social y Hacienda ni haber aumentado los impuestos más allá de IPC aplicado a las tasas y precios públicos. «Somos una de las ciudades con menos impuestos», dijo Senent, quien aseguró defender un «presupuesto social fruto de una buena gestión».

«Su intervención demuestra que no hay ambición de ser gobierno ni hay ambición por Valencia», le replicó Joan Calabuig. «Es una administración resignada y sin liderazgo», a la que, además «le falta combatividad» frente al Gobierno y la Generalitat.

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