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Una "pica" arquitectónica de los Austria plantada en el Reino de Valencia

Construida sobre una alquería medieval, la Serena es una de las primeras muestras en la huerta valenciana de arquitectura señorial en tiempos de Felipe III

Aunque algunos dudan de que el famoso escudo de la sirena (o , más bien, de la serpiente con cabeza de mujer) estuviese originalmente en la casa, en él aparece marcada una fecha(1553) que coincide con la época arquitectónica del monumento. De todas formas, parece que la Serena fue construida sobre otra alquería anterior, de época medieval, perteneciente a un tal Andrés Castellano, tal como aparece en un documento de 1414.

El arquitecto Juan Miguel del Rey señala que la Casa de la Serena «sigue siendo un interesante ejemplo de aquella arquitectura rural que colonizó la aristocrática huerta del final del siglo XVI y los inicios del siglo XVII, con Felipe III a la cabeza del imperio español en su máximo apogeo. Ello no es baladí, pues en este edificio, junto con otros cuantos de la época, todos ellos bajo el influjo de la Corona, se darán las bases para la innovación formal de la arquitectura valenciana, tanto urbana como rural».

Del Rey la define como una alquería señorial «en el sentido quizás antiguo del término», compuesta por una agrupación de edificios en la huerta que incluyen un palacio con sus dependencias, cuerpos nobles, patios, caballerizas, un importante jardín que sigue la tradición del «hortus-conclusus», y otras dependencias, a lo cual se unen una serie de casas de servicio, administrador, colonos a lo que se irían añadiendo con el tiempo otros cuerpos de construcción, posiblemente menos nobles y que cobijarían trabajadores y siervos, y que ya habrían desaparecido.

La zona noble y residencial se hallaba en la primera planta, reservándose la superior para usos agrícolas. La torre, situada en un extremo, alberga la escalera que comunica las distintas plantas del edificio principal, acabando en una estrecha escalera de caracol que da acceso a su úlimo piso, rematado con cubierta piramidal de tejas.

La torre es la primera con estas formas que podemos encontrar y fechar ciertamente en l´Horta, y será, según los expertos, la referencia iconográfica de las torres, torretas y miramares rurales a partir de este momento. «El chapitel que la cubre „subraya Del Rey„ nos recuerda, dentro de una solución tejada, a las torres de Valsain, a las torres en esquina del palacio del Pardo, a aquellos palacios que emprende la Corona de los Austria dentro de su nueva política de Estado; una arquitectura culta, quizás con cierto gusto pintoresquista que evoca perfiles flamencos».

El que fuera catedrático de la Universidad Politécnica también destaca la singularidad de la galería superior situada sobre una imposta y trazada con arcos de ladrillo de medio punto «que son un ejemplo claro de la arquitectura que ya nos mostraba 40 años antes A. Winjgaerden en las imágenes de Valencia que dibuja para Felipe II».

Tanto Del Rey como la ingeniero agrícola María Teresa Santa María destacan por último el antiguo huerto-jardín limitado por tapias y hoy tomado por la maleza, pero en el que los propietarios «intentaron recrear una nueva naturaleza a través de la lógica y la geometría introduciendo los elementos propios del pensamiento renacentista».

No tiene tan claro este origen renacentista del jardín la arquitecta Carmen Pérez-Olagüe, autora del texto del BIC del monumento donde se dice que se trata de una aportación decimonónica «en la que se prioriza el diseño del propio jardín romántico con respecto a su relación espacial con la casa». Allí todavía sobreviven algunas coníferas, palmeras (afectadas por el picudo) y cañas de bambú, y se adivinan los pasillos estrechos entre parterres que confluyen en un espacio central donde estuvo el cenador.

La casa señorial de cuatro familias

Pese a la inscripción de MDLIII, no parece que el escudo fuese realizado en aquella fecha. Según explica Carmen Pérez-Olagüe, los Perelló y Pallarés, cuyas armas aparecen en el blasón, fueron propietarios a partir del siglo XVII, mientras que los Ferragut (también representandos sobre el mármol) adquirieron la titularidad a partir del siglo XVIII. Anterior a ellos, la Casa de la Serena había sido propiedad de los Alegret. La mujer serpiente fue también símbolo de los Corella, como puede verse en su escudo de la que fue casa de los Condes de Sotoameno, actualmente sede de Lo Rat Penat. v. c. m. alfara del patriarca

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