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La mirada del lunes

Bailando con lobos

Bailando con lobos

No, no voy a hablar de cine ni de Kevin Costner. Mañana es 25 de noviembre y no veo otro asunto que tratar que no sea la violencia contra la mujer. Lo normal teniendo en cuenta mi condición profesional, sería hacer una recopilación de datos, una condena a la pesada lacra que todavía oprime a nuestra sociedad, un manifiesto de repulsa... podría decir una vez más lo que ya he dicho y repetir lo que hoy y mañana vamos a oír a través de cualquier tipo de altavoz. Podría hacerlo y estaría bien. Sería justo y coherente... pero hoy quiero hablar como mujer, como miembro de una sociedad avanzada y ciudadana de un país del «primer mundo».

Sociedad avanzada, moderna y desarrollada en la que todavía hay individuos que consideran la fuerza como único lenguaje , como única evasión para sus frustraciones. Cuando hablas con una mujer que ha sufrido el maltrato de aquel que un día fue, o que todavía es su gran amor, puedes ver como el miedo ha invadido su rostro y el gesto de aquella joven llena de ilusión ha envejecido al margen del tiempo. Sientes como la desesperanza inunda sus vidas y oscurece su futuro. Piensan que no hay otra vía que no sea huir o esconderse y cuesta hacerles ver que hay una salida.

Puedo asegurarles que se trabaja para conseguirlo, conozco a grandes profesionales, hombres y mujeres que lo hacen , y no se imaginan el empeño y la vocación que tienen todos ellos. Un celo profesional a veces lastrado por la impotencia al ver que una mujer con la que se ha trabajado vuelve con su pareja acercándose una vez más al infierno. Y lo más duro, reconocer en un periódico los datos de un caso en el que se estaba trabajando y que ya se puede dar por cerrado con un trágico final.

Entonces nos preguntamos por qué esa mujer volvió con su pareja, por qué asumió la primera bofetada, por qué se casó con alguien que la menospreciaba... ¿Saben por qué ? Porque son mujeres que están dispuestas a bailar con lobos, y en la mayoría de los casos, lobos con piel de cordero. Saben el riesgo que corren pero se resisten a renunciar a un amor, a una familia, a una estabilidad para sus hijos. Están dispuestas a sacrificarse para mantener un hogar aunque hace tiempo dejó de serlo. A otras, el lobo las sorprende en la primera embestida y ya no pueden escapar.

Cuando te acercas a ellas y escuchas su historia, descubres la fuerza que ocultan sus frágiles cuerpos, la lucha que han llevado contra su realidad, el estupor por haber padecido una situación ante la que se consideraban inmunes. La violencia contra la mujer no respeta fronteras de espacio, tiempo o condición social, y la educación es la única vacuna. Para este gran problema prevenir es educar, a las niñas para que nunca permitan que alguien les haga daño y a los niños para que la violencia nunca pueda ser considerada la única salida. Trabajemos por lo que es un logro posible en una sociedad democrática avanzada del siglo XXI: una sociedad libre de violencia contra las mujeres.

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