Los dueños de un bar situado en la calle Río Tajo, en el barrio de la Malva-rosa, ya no saben qué hacer. Lo han intentado todo: desde hablar con los dueños hasta plantar árboles y colocar macetas junto a su terraza, pero los problemas con los animales que hacen las necesidades en el pequeño jardín situado a escasos metros del bar no han desaparecido. Rudolf Serbanuca ha hablado en varias ocasiones con la Policía, pero no ha conseguido solucionar el problema.

Se trata, dice él, de una mera cuestión de educación. Los dueños de los perros que viven en los alrededores llevan en ocasiones a sus mascotas a la pequeña zona de césped situada junto a la terraza, y a veces estos animales hacen sus necesidades en ese punto, mientras los clientes del bar La Bianca desayunan o almuerzan. «Entonces yo voy y les digo que por favor, educadamente, se vayan a otro sitio, y algunos me hacen caso y otros no», explica Serbanuca. El problema empezó hace más o menos seis meses, cuando este hostelero y su familia ya llevan otro medio año al frente del local. Aproximadamente la mitad de la gente a la que Serbanuca explica las molestias que las cacas de los perros pueden provocar en los clientes de La Bianca lo entiende y busca otras zonas, pero la otra mitad «se niega a irse, y algunos se comportan mal», explica. Han llegado a decirle, a gritos, que se vaya a su país „la familia Serbanuca lleva siete años en España tras llegar de su Rumanía natal„.

Harto de esos problemas, y de denunciar en múltiples ocasiones ante la Policía Local la situación, Serbanuca decidió colocar macetas y plantar pinos y ficus en el jardín para evitar que los perros se acercaran tanto a las mesas. Poco han durado los árboles porque algunos vándalos los han destrozado. Serbanuca sospecha de los dueños de los perros que se niegan a abandonar esa zona en cuestión.

Los dueños de La Bianca han presentado dos escritos ante la Policía Local. El agente de proximidad llegó a asegurarle a Serbanuca que ya había pedido una señal de prohibido animales para el jardín. Eso pasó en agosto. Aún no ha llegado. El hostelero confía en que ese indicativo disuada a los propietarios de animales a permitirles hacer sus necesidades en el jardín mientras hay clientes en la terraza. Las multas por no recoger las heces pueden oscilar entre los 300 y los 3.000 euros, pero Serbanuca asegura que la Policía no ha puesto ninguna multa.