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Cañas y barro

Madres de ayer y de hoy

Madres de ayer y de hoy

Pocas cosas hay en esta vida que sean tan cotidianas y extraordinarias a la vez como el hecho de ser madre. Quizás porque no lo soy me resulte todavía más asombroso. No creo que haya que convencer a nadie de lo que la maternidad es para una mujer pero deberíamos de hacer un esfuerzo y reflexionar sobre lo que la maternidad supone para nuestra sociedad. No soy madre, pero soy hija y tía y entiendo que eso me capacita para hablar sobre las madres en esta semana en la que no paran de recordarnos que se aproxima ese día en que todos tenemos, como mínimo, un beso para ellas.

Dicen que la maternidad es un punto de inflexión en la vida de una mujer. Un punto y aparte que transforma a esa persona y le abre las puertas a una dimensión desconocida de su ser. Aseguran algunas que su maternidad les ha permitido descubrir hasta dónde puede llegar la capacidad de sacrificio, la paciencia, el cansancio e incluso el dolor. Ser madre transforma de mujer a madre y por redundante que resulte, no hay otra forma de expresarlo. No es ser más o menos, es ser diferente. Lo es ahora y lo ha sido siempre. Hoy las tareas son más cómodas y las familias son más pequeñas pero los valores de la madre son inmutables a pesar del devenir de los años y de las generaciones.

Nuestras madres, que lo fueron más jóvenes, sacrificaron cualquier otra vocación. En la mayoría de los casos su condición de madre y esposa se puso por delante de otras inquietudes, sin posibilidad de escapar de un destino programado por una estructura social y cultural. Miles de mujeres de esa generación, ubicadas fuera de los índices de población activa, han producido lo más valioso de un país. Han creado y educado a una generación, al tiempo que han cuidado de sus mayores y ahora se ocupan de sus nietos. Son mujeres que no han cotizado pero que han aportado y aportan un servicio a la sociedad totalmente infravalorado, quizás porque asusta ponerle precio pues la cifra sería de tal dimensión que rompería cualquier presupuesto.

Sus hijas son hoy madres. Mujeres independientes porque sus madres lucharon para ello desde sus hogares. Ellas las animaron a seguir a pesar de las dificultades, preparando un café en aquellas noches de estudio y ahora ocupándose de los más pequeños.

Sus hijas son hoy mujeres que luchan por conciliar una vida profesional y familiar. Mujeres que conocen y que gozan de sus derechos, pero que a veces tienen que enfrentarse a estereotipos que cuesta vencer. Mujeres que dan el 200 por 100 en el trabajo, recibiendo, en algunos casos, el 75 por 100 de lo que reciben sus compañeros.

Mujeres que cuando llegan a casa, todavía sacan fuerzas para ejercer su papel de madre cariñosa, amorosa, divertida, comprensiva y paciente. De madre enfermera, profesora o mecánica de juguetes.

La maternidad aporta una nueva vida, pero también una fortaleza desconocida a la mujer que lo es. Un «superpoder» que la acompañará a lo largo de toda su existencia. Por eso el día de la madre no es el próximo domingo ni al otro?Es cada día del año. Porque una madre lo es desde el día que nace su primer hijo y ya, para siempre.

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