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Polémica

El festival de música de El Grau busca ganarse a los vecinos con más seguridad y menos ruido

El Mare Nostrum habilita una zona junto al antiguo parking del cementerio para neutralizar las molestias además de cambiar la ubicación de los escenarios

El festival de música de El Grau busca ganarse a los vecinos con más seguridad y menos ruido

El Festival Mare Nostrum afronta la cuenta atrás para su segunda edición, el próximo fin de semana, con una batería de medidas para tratar de congraciarse con unos vecinos contrarios a su celebración. Ni siquiera los anuncios de que a las doce de la noche el evento de música electrónica bajaría la persiana logró convencer a la Asociación de Vecinos El Grau-Port, presidida por Jesús Vicente, y con la que se reunieron el pasado mes de abril. Las molestias del año anterior han pesado más que las promesas de menor ruido, mayor limpieza y seguridad en la zona. Como novedad, la organización de Mare Nostrum advierte que ha habilitado un área de asentamiento en el antiguo parking del cementerio. «Con ello buscamos crear los menos problemas posibles y que la gente no esté en la calle», apuntan. Para ello han contratado a veinticinco personas para que limpien en el perímetro exterior, y a quince auxiliares para que regulen el tráfico y redirijan a los asistentes hacia la zona acotada para comer o descansar. Otros 150 contratados velarán por la seguridad en el interior y exterior del recinto, con una oficina de atención además fuera.

La cita de música electrónica, que espera recibir más de 40.000 personas entre sábado 11 y domingo 12 de julio, tendrá lugar en los terrenos de Adif junto al puerto pese a la garantía que recibieron los vecinos del anterior equipo de gobierno de que no se llevaría a cabo. La concesión de la licencia, para empezar, no es competencia municipal, pues la expide la Consellería de Gobernación. Los informes que la policía local emite siempre al respecto son negativos, como ha sido también en esta ocasión. «Siempre ocurre así, no es novedad», inciden fuentes del festival, que no ocultan que su intención es tener contentos a los habitantes de este enclave marítimo.

«Somos conscientes de que este lugar es comprometido y que para nosotros es un privilegio, por su situación en la ciudad y junto al puerto», manifiestan. «Tenemos vocación de permanencia y no queremos tener a nadie descontento», inciden. De ahí el estudio sobre el impacto de sonido que les ha llevado a cambiar la ubicación de los escenarios. Se han girado casi en diagonal, de manera que la acústica repercute en terreno abierto y se reduce así la sonoridad.

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