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Aún faltan las ventanas

Vuelta a casa en Benipeixcar gracias a Cantero y amigos

Un grupo de voluntarios rehabilita la casa para la familia que lo perdió todo en un incendio

Vuelta a casa en Benipeixcar gracias a Cantero y amigos

La familia García Saiz-Ezquerra vuelve a sonreír. Después de seis meses de angustia, los cuatro hermanos de esta familia cuya casa se calcinó el pasado mes de enero, pueden ya regresar a su piso, en la calle Benipeixcar, en el barrio de Sant Antoni, en la Zaidia. Los cuatro hermanos „ Luis Carlos, Montserrat, Alberto y Ana„ y el hijo de la última,Daniel, de ? años, ya no tendrán que dormir en la Casa Caridad. Allí estaban pernoctando por un convenio del Ayuntamiento de Valencia que iba prorrogándose cada semana o cada quince días porque no tenían ningún sitio en el que vivir tras el incendio.

El regreso al hogar familiar de los García Saiz-Ezquerra ha sido posible gracias a la intervención «milagrosa» de Juan Cantero. Compañero de trabajo de uno de los hermanos, Cantero es vicepresidente de la asociación de vecinos y entidades del barrio de La Coma y colaborador incansable en múltiples causas sociales. El jueves ayudaba en la tarea de subir los muebles. «Está a medias, porque faltan las ventanas, pero ya no podían seguir más en Casa Caridad», señalaba Cantero, porque el día 20 les obligaban a salir de allí. Así que ahora lo único que les falta es la ayuda de algún albañil que pueda colocarles los ventanales para volver a tener una casa digna.

Cuando la familia lo había perdido todo y no tenía a dónde ir, Cantero logró reunir a una cuadrilla dispuesta a ayudar de forma desinteresada en la recuperación del apartamento, que quedó en un estado lamentable. No había otra solución para una familia que carecía de un seguro que cubriese los gastos de la rehabilitación. Solo dos de los hermanos tenían trabajo y entre ambos, una empleada del hogar y el otro limpiador del Museo Príncipe Felipe, apenas sumaban 1.200 euros al mes que no alcanzaban para pagar la hipoteca de la casa, mantener a cinco personas y afrontar el alquiler del que debería haber sido su nuevo hogar. Además, de los cuatro, uno padece una minusvalía, otro Parkinson y otro una discapacidad. Un túnel casi sin salida del que solo la solidaridad de los voluntarios les ha logrado sacar para volver a empezar.

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