Una palmera de grandes dimensiones dio ayer el susto en la calle Las Barcas, en plena zona turística y comercial de Valencia. Su tronco se quebró por la mitad y su copa cayó sobre la acera, sin causar, milagrosamente una vez más, daños personales. Tampoco materiales. Con ésta ya son diez las palmeras que se han venido abajo este verano en Valencia, y eso que el servicio de jardinería ya ha abatido, preventivamente, 56 ejemplares que representaban un peligro para la población.

El incidente de ayer se produjo poco antes de las tres de la tarde, cuando el calor abrasaba el arbolado y afortunadamente espantaba a los viandantes. La palmera, de unos 8 metros de altura, colapsó por la parte central del tronco y cayó sobre la acera y sobre dos carriles de la calzada, pero no causó daños personales ni materiales. Todo quedó en una leve congestión de tráfico que se resolvió con el troceo del ejemplar y su retirada inmediata.

Se trata de la décima palmera que se desploma en lo que va de verano, una cifra que tiene muy preocupados a los servicios municipales. Aunque ya se han abatido 56 palmeras en toda la ciudad en prevención de incidentes de estas características, la situación «es dramática». Una de las palmeras, de hecho, se cayó pocas horas antes de que los servicios de jardinería fueran a talarla.

De las causas de estos desplomes ya se ha hablado mucho en los últimos veranos. El intenso calor es un elemento muy a tener en cuenta en estos casos, pero desde el nuevo equipo de Gobierno se insiste en que el arbolado de la ciudad «ha sido maltratado» en los últimos años, primero por los recortes en los servicios de poda y jardinería y, según explicó ayer la concejala de Jardines, Pilar Soriano, también por una mala gestión de las zonas verdes. A su juicio, ha habido «un modelo de jardinería ornamental y ahora estamos pagando las consecuencias».

Concretamente, se refirió a la forma en que se ha enfocado el riego de las zonas verdes, que ha sido mayoritariamente por aspersión para mantener el césped y que ha malacostumbrado a los árboles a tener un aporte hídrico permanente. «Esto ha hecho que sus raices se queden muy en la superficie, que no hayan profundizado en la tierra, y que ahora no tengan fuerza para aguantar el viento o las difíciles condiciones meteorológicas que estamos teniendo», explica Soriano.

Un «regalito»

Ahora, pues, toca incrementar el riego y podar los árboles con más follaje para rebajar su peso, cosa que ya se está haciendo. Y habrá que pensar también en meter en los próximos presupuestos municipales una partida más grande para las zonas verdes de la ciudad. Y es que para colmo de males, explicó la concejala, el PP les dejó de «regalito» una contrata que entrará en vigor el próximo 7 de septiembre cuyas condiciones son mucho peores de las que ha habido hasta el momento.

«Aquí lo que está claro —explicó Pilar Soriano— es que lo que está pasando ahora es consecuencia de la mala gestión del PP, de la falta de inversión durante los últimos años y de los recortes que hemos sufrido».