El autor del tramo II del Jardín del Turia, el arquitecto Tito Llopis (Vetges Tu), asegura al hilo del proceso de reflexión que la Escuela de Arquitectura de la Universidad Europea de Valencia ha abierto en relación a la recuperación de la Casa del Agua que «el mejor uso posible sería aquel para el que fue concebida, esto es, un centro de interpretación del propio jardín del Turia, que explique la relación de la ciudad con el agua y también con la huerta». La Casa del Agua, que durante un tiempo funcionó como retén de la policía local, lleva años cerrada y la falta de limpieza y mantenimiento ha hecho mella en las instalaciones,algunas de cuyas estructuras se han oxidado y que ha sido objeto de vandalismo.
Esta construcción, que integra las ruinas reconstruidas del antiguo azud de Rovella, va a ser objeto de un proyecto de participación ciudadana impulsado por la Universidad Europea. La Casa del Agua estaba llamada a ser el edificio emblemático de la cabecera del jardín. El edificio fue construido en la década de los 80 y está ubicado entre los puentes 9 d'Octubre y Campanar. «Era un elemento clave, un referente, porque era el punto donde nacía el río», explica Tito Llopis. Esta parte del Jardín del Turia nunca llegó a completarse. Inicialmente se proyectó un lago que permitiría recuperar un cauce continuo de agua, sin embargo en vez del lago se construyó el puente del 9 d'Octubre de Calatrava.
Para Tito Llopis la reflexion sobre el Jardín del Turia va más allá de la recuperación de la Casa del Agua, con todos sus elementos, como la cascada, el acueducto y la pasarela, cerrada desde hace tiempo. Para el arquitecto, los distintos intereses políticos han hecho que «se pierda el carácter unitario del Jardín del Turia». El plan especial se aprobó en los años 80 del siglo pasado con un plazo de ejecución de diez años que se ha superado con creces. Ni se ha completado el proyecto, con la recuperación del tramo final y la desembocadura del viejo cauce ni se ha completado el jardín como un espacio de uso ciudadano. Al contrario, señala Llopis, el jardín está siendo invadido por una sucesión de campos de fútbol e instalaciones deportivas, la última un circuito para corredores. El uso deportivo es «exagerado», insiste.
