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Elecciones

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Hoy mismo los valencianos, al igual que el resto de ciudadanos del Estado español, estamos llamados a las urnas, en las que para muchos van a ser unas de las elecciones más importantes de la historia de nuestro país, fruto de una situación convulsa en lo político, así como de una crisis económica que parece que no se acaba nunca.

Si de algo nos podemos congratular ya, es de que después de muchos años en los que las elecciones eran vistas, porque interesaba que fueran vistas así, como un mero trámite que había que pasar, éstas estan siendo acogidas por la población si no con ilusión, al menos sí con el interés y la pasión que las convocatorias electorales requieren.

Esto es una buena notícia, tal vez la mejor de todas, porque en cierta manera, aún quedando mucho camino por recorrer, esta nueva perspectiva de la política comienza a reconciliar al conjunto de la población con la herramienta más importante de la que disponen: la política. Desprestigiada en los últimos años hasta extremos preocupantes, creo es importante recordar otros momentos históricos en los que el conjunto de la ciudadanía supo apreciar no solo la coyuntura política, que también, sino la necesidad de hacer uso de uno de los derechos civiles más importante como es el del voto.

Así otro domingo, pero de hace 84 años, se celebraron en España las primeras elecciones democráticas desde que la dictadura de Primo de Rivera suspendiera la Constitución en 1923. Ese 12 de abril, los ciudadanos entendieron el carácter plebiscitario que estas elecciones tenían, a pesar de ser exclusivamente municipales. Así, con la victoria de la coalición republicano-socialista en la práctica totalidad de ciudades españolas, quedaba proclamada la República. Solo 10 capitales de provincia votaron por los monárquicos

Como es sabido, en València no solo triunfó la coalición de republicanos y socialistas, sino que fue de las primeras en proclamar la República. De hecho, cuando en el Ayuntamiento de València, el nuevo alcalde, Vicent Marco Miranda, izó la bandera tricolor y efectuó la proclamación de la República, nuestra ciudad se estaba adelantando tres horas a que lo hiciera la ciudad de Madrid.

Si unas elecciones municipales como las de 1931 dieron para abrir una puerta a la prosperidad y al progreso de nuestro país como nunca antes había ocurrido, debemos de esperar mucho de unas elecciones generales. Fundamentalmente, tenemos que acudir a las urnas para que éstas determinen una nueva época, en la que no sólo se recobren derechos duramente eliminados en el último lustro, sino que a la vez permita extender la plena capacidad de decisión democrática a todas las esferas de nuestras vidas, comenzando por las empresas y centros de trabajo, donde como decía Marcelino Camacho, ésta se había quedado muchas veces en la puerta.

Una nueva etapa en la que en definitiva recuperemos nuestra soberanía económica y política, y lo hagamos con ese convencimiento de participar en política, para que nadie nunca más decida por nosotros. Estoy seguro que al igual que ocurrió en 1931, la ciudad de València volverá a adelantarse para encabezar el futuro.

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