La calle Guillem de Anglesola ha quedado abierta al tráfico y lista para el disfrute de los vecinos tras la desaparición del «tapón urbano» que formaban decenas de viviendas ruinosas y la urbanización del espacio. Este mismo mes han terminado las obras y aunque aún hay vallas de la empresa urbanizadora, los vecinos lo tienen claro: «Esto ha cambiado totalmente. Ahora se puede vivir aquí», resumía uno de ellos que lleva 41 años residiendo allí.

Guillem de Anglesola es una calle que va desde la Avenida del Puerto hasta el Jardín de Ayora. La primera mitad es ancha y tiene incluso un bulevar ajardinado, pero la segunda parte se estrechaba para atravesar una manzana de viviendas bajas que impedían su normal prolongación hasta el jardín de Ayora.

Eran, además, viviendas en ruinas, que habían sido ocupadas ilegalmente por familias gitanas y por indigentes y que se habían convertido en un foco de venta de drogas, de degradación e incluso de peligro por los numerosos incendios que se produjeron.

Las protestas de los vecinos duraron años y finalmente, en el mandato pasado, tras varios incidentes, se procedió al derribo de las viviendas. Este verano, por último, se inició la urbanización de la gran parcela y las obras han terminado este mes. La calle se ha prolongado con toda su anchura y en el bulevar se han puesto parques infantiles y espacios para perros. En la calzada, así mismo, se ha incorporado un carril bici y anchas aceras. «Esto ya es otra cosa», afirman los vecinos.