Cuando éramos chavales, recordamos que algunos gritaban: «¡Guiri, guiri!» si estábamos jugando en plena calle con balones o cualquier otro cacharro e impedíamos el tráfico rodado. Y con ese grito indicábamos que se acercaba algún agente de la Policía Municipal que podía advertirnos o incluso multarnos.

¿Y por qué se llamaba «guiri» a un guardia del emblemático cuerpo policial urbano? Hay diferentes versiones. El diccionario de la R.A.E. recoge el término como atribuible a funcionarios de seguridad. Y hay una versión tradicional que dice que la palabra viene de antiguo y de algunos países hispanoamericanos, que con ese nombre denominaban a las personas que llegaban sin conocer el idioma propio. Y eso „dicen„ se aplicó aquí a quienes llegaban hace muchas „pero muchas„ décadas buscando uno de esos puestos funcionariales, y que provenían de zonas castellanoparlantes, que chocaban con el valenciano que se hablaba habitualmente. De ahí quedó eso de llamarles «guiris».

Y nos ha venido el recuerdo de ese nombre al haber visitado recientemente el nuevo Museo de la Policía Local de Valencia, instalado en la central de este cuerpo, en la avenida del Cid, donde se puede conocer la trayectoria de la Guardia Municipal, más tarde Policía Municipal y hoy denominada Policía Local a lo largo de los ciento cuarenta y cuatro años de existencia, pues fue creado en el año 1872. Inicialmente, estaba destinado a la protección y custodia de los edificios municipales y autoridades locales, pasando pronto a prestar servicios enteramente al ciudadano.

Con el aumento del tráfico urbano y la mayor implantación del tráfico rodado, la Policía Municipal „con sus sucesivas denominaciones„ tuvo una misión especial en cuidar la circulación callejera, siendo inolvidable la presencia de agentes que, con la mano levantada, indicaban las posibilidad de paso o la necesidad de detenerse a coches o peatones. Muchos de estos agentes aparecían en algunos enclaves urbanos subidos a un pedestal para así ser mejor vistos por andantes o conductores; y no olvidamos los tiempos en que, llegada la segunda mitad de diciembre, los ciudadanos, agradecidos, les obsequiaban con botellas, turrones y otras viandas navideñas como agradecimiento a la labor que prestaban.

En el citado Museo de la Policía Local se puede contemplar todo el historial y trayectoria de este cuerpo municipal, desde los uniformes empleados en los tres siglos en que se ha actuado „XIX, XX y ya en el XXI„, así como los vehículos: caballos, bicicletas, motos y automóviles; también se muestra los elementos utilizados para la administración: desde los textos escritos a mano hasta la más reciente técnica informática, pasando por la mecanografía; también se puede contemplar en escenas proyectadas cómo intervenían los agentes en un principio „el silbato era lo habitual„ hasta las modernas posibilidades de los teléfonos móviles.

A lo largo del prácticamente siglo y medio, han sido muchos los personajes que han entregado su vida profesional a este cuerpo de seguridad local, y así se muestra la historia de los funcionarios „jefes, subalternos, etcétera„ que dieron vida a esta institución que tan efectivos servicios ha prestado y y sigue prestando a los ciudadanos.